Hal (Henry V)

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Tipo: Triste

|TN VITORI|

Veía como el lúgubre y desolado paisaje que se pintaba en la terraza donde estaba sentada, sentía el frío viento golpeando mi cara. Sabía que mis mejillas estaban bañadas en lágrimas porque se sentían más frías cuando el viento las golpeaba, me costaba asimilar que mi vida no volvería a ser la misma. No sabía que me dolía más el dolor físico que sentía en mi cuerpo o el dolor de saber que mi marido no confió en mí y me llevó a esta situación. 

Decidí en el silencio de aquella habitación que mi sufrimiento llegaría a su fin, los médicos habían sido muy claros con los daños realizados en mi cuerpo. Me quedé viendo el paisaje gris frente a mis ojos, desde hace varios días ese era el color de mi vida.

Mi nombre es (TN) de Medici, reina de Inglaterra. Desde que tenía uso de razón se me había dicho que me casaría con el príncipe Henry, me crie para ser una digna monarca para mi país y de esa forma ayudar a mi rey a gobernar. Había aprendido de muchas reinas anteriores cómo ganarme el amor del pueblo y usar eso como un arma contra los nobles que quisieran revelarse contra el rey. Si había algo que ni todas las joyas del mundo podían controlar era la ira de un pueblo infeliz. 

Durante mi adolescencia me aseguraba no solo de tener una imagen intachable e impecable, sino que también era considerada la muchacha más indicada para llevar la corona. Al principio me decía a mí misma que solo hacía todo esto por el bien de Inglaterra, pero en muy en el fondo quería hacerlo por Henry porque quería que él me viera por sobre todas las cosas, quería que él se sintiera orgulloso de la esposa que tendría. 

Mis sentimientos por él crecieron mucho más rápido de lo que alguna vez me imaginé, pensaba que debía quererlo porque al fin y al cabo sería mi esposo. Sin embargo, luego de un verano donde estuve aprendiendo de etiqueta y refinamiento, pude conocerlo mejor y desde ese día los latidos de mi corazón le pertenecían. 

Recuerdo cómo fue nuestro primer beso, estábamos escondidos de los guardias que nos escoltarían a cada uno a sus actividades reales. Tratando de contener las risas agachados detrás de unos grandes arbustos, su mano sobre mis labios porque sabía que tarde o temprano la risa me ganaría y nos descubrirían. En un mal movimiento de él perdió el equilibrio y cayó sobre mí.

Sus ojos verdes fijos en los míos y esa sonrisa coqueta pero también de niño se implantó en su rostro. Sentí su mano acariciar suavemente mi mejilla hasta que sus labios se encontraron los míos enviándome al cielo de un solo movimiento. Desde ese momento nuestros acercamientos eran cada vez más frecuentes, muchos sirvientes y nobles nos habían sorprendido besándonos por todos los rincones del reino. 

Por el pueblo se corría la voz de que sus futuros mandatarios derrochaban miel a donde sea que fueran. Muchos pensaban que si tenían unos reyes que se amaran genuinamente todo en el reino marcharía bien pues ambos monarcas estarían más concentrados en atender al pueblo. Por su puesto yo como princesa ofrecía constantes fiestas de té para las mujeres nobles como también ayudaba a algunas jovencitas a encontrar algún marido dentro de la corte.

Henry solía decir que solo con mi ayuda podría convertirse en un gran rey. Siempre que hablábamos del futuro nos veíamos juntos luchando por nuestra tierra, asegurándonos que los hijos de Inglaterra siempre tuvieran una vida plena. 

Claro que los más viejos siempre temen el poder de la juventud. Pues muchos nobles que llevaban años de experiencia subestimaban a Henry o lo encontraban como una amenaza para su futuro económico. Le ponían trabas en su camino para que este quedara en ridículo con los demás nobles pero siempre lograba ayudarlo a salir adelante.

One shots de Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora