Hal (Henry V)

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Tipo: Smut

En sus ojos podía ver que estaba tratando de esconder algo, lo sabía por la manera en que había llegado a nuestros aposentos. Arrastrando los pies y las palabras, casi no se podía mantener derecho y se balanceaba de un lado para el otro; habíamos tenido mucha suerte de que ningún noble lo viese en ese estado. Algo andaba mal e iba a descubrir qué era, Hal no se embriagaba así desde que asumió como rey y ahora se notaba que se le había pasado la mano con el vino.

Se tiró como peso muerto sobre la cama y reía como si le hubieran contado el mejor de los chistes, sus ojos estaban desorbitados y parecía que apenas enfocaba la vista; tomé su rostro entre mis manos, una floja y boba sonrisa se formó en sus labios. "Si que eres hermosa Anika, eres la mujer más bella de toda Inglaterra. Me cuesta creer que eres mi esposa" sus ojos estaban fijos en mí, comencé a repartir pequeñas caricias por su cara. "¿Qué está mal Hal?" pregunté mientras acariciaba sus cabellos como si de una gatito se tratase, él meneo la cabeza en señal de que le había gustado aquella caricia.

En sus ojos apareció un brillo lleno de temor y frunció el ceño como un nene asustado, algo que me gustaba mucho de mi esposo era que en la intimidad de nuestra habitación él sacaba todo sus sentimientos y dejaba que yo le consolase, lo mismo pasaba cuando se embriagaba. "Me están diciendo que vaya a la guerra Ani y yo no quiero" susurró él arrastrando mucho las palabras, como si le costara pronunciar aquella frase. "Lo resolveremos juntos Hal" dije besando su frente, en su rostro apareció una brillante sonrisa y soltó una boba risa. "Te prometo que nunca más me voy a exceder con el vino".

Negué en con la cabeza y me levanté de la cama para quitarle los zapatos, Hal no puso resistencia cuando se los quité; comencé a desabrochar su pantalón, "Ani traviesa, quieres que intentemos tener un bebé. Mi reina, solo tenías que decirlo y yo feliz en cumplir como esposo" dijo Hal cuando sintió mis manos en la cinturilla de su pantalón. Iba a regañar a mi borracho esposo por lo que me estaba diciendo, cuando sus labios se apoderaron de los míos en un fiero y pasional beso que me mandó directo a la luna.

En un rápido movimiento se puso de pies y sus manos se fueron directo a mi cintura, con veloces dedos comenzó a desanudar el corsé de mi vestido. Dejó un beso en mi cuello para luego voltearme y así poder desabrochar más rápido mi vestido, una vez que el vestido estuvo fuera del juego me voltee para quitarle la camisa y así poder llenar de besos su abdomen. Todo en Hal me volvía loca, sabía muy bien que la influencia del alcohol lo estimulaba más a la hora de hacer el amor, se volvía más apasionado e intenso.

Nos desnudamos por completo y nos subimos en la cama, los besos de Hal recorrían desde mis labios pasando muy lentamente por mi cuello, en donde se entretuvo por mucho tiempo dejando pequeñas, pero placenteras mordidas. Bajó hasta mis pechos los lamió, besó y mordió con una destreza que solo me hacia gemir por la delicia que se sentía por sus caricias. Bajó su mano a mi entrepierna y comenzó a estimularla con su mano, para ese punto todo lo que podía hacer era gemir como loca, el toque de Hal en mí, me hacía sentir mil cosas a la vez.

Cuando menos me lo esperé entró en mí de una sola estocada, grité por el placer que me estaba dando. Sabía muy bien que eso le encantaba, se sentía poderoso y como un semental cuando me hacía gritar de placer; a medida que me embestía besaba mi cuello, aumentó el ritmo robándome muchos jadeos en el proceso. Pasé mis manos por su cabello despeinándolo, logrando que se veía aún más sexi.

Me miró a los ojos, sentí que todo a mi alrededor se congelaba pues Hal nunca me había mirado con tanto amor como la hacía ahora. "Te hago el amor, en un busca de un heredero, sino porque estoy enamorado de ti y quiero que formemos una familia juntos" dijo con la mirada fija en mi rostro; dio un par de estocadas más y ambos llegamos al orgasmo. Me recostó en su pecho y comenzó a acariciar mi cabello con mucha delicadeza.

Estuvimos sumidos en silencio por mucho tiempo, como las horas y los minutos se hubieran parado; sabía que Hal estaba preocupado pues una guerra se avecinaba y era algo que simplemente no podíamos evitar. Nunca seríamos un matrimonio normal, quizás tenía la suerte de amarnos y eso nos hacía especiales, pero jamás podríamos ser una familia normal; los problemas estaban al asecho y todos esperaban que la familia real se comenzara a agrandar para así empezar a escribir el destino que sufrirían al momento de ser concebidos. Hal tenía miedo de no poder ser un buen rey y fracasar como padre y esposo, tenía tantas responsabilidades.

Pero yo confiaba en él, sabía mejor que nadie que cualquier problema que se nos pusiera por delante lo íbamos a resolver juntos. Éramos buena pareja, porque nos complementábamos Hal tenía el poder y los hombre mientras que yo ideaba las mejores estrategias para ayudar a reino. Contaba, además con una red confiable de espionaje por lo que se podía decir que teníamos ojos y oídos en todo Inglaterra.

Si bien no podía evitar que se fuera a una guerra, si podía mantener la paz dentro del reino y garantizarle a nuestro pueblo que bajo el liderazgo de Hal estarían más que a salvo. Pues sus reyes se encargarían de todo, los nobles nos proveían el grano para asegurar el alimento y mis espías estarían al pendiente por si alguien empezaba una revolución.

Me volteé para verlo mejor, la borrachera se le había pasado y estaba casi segura que podía oír sus pensamientos. Quería disfrutar de aquel momento, estar rodeaba por los brazos de mi esposo sintiendo que todo el peligro estaba muy alejado de nosotros; con un amor como el nuestro, nada nos podía hacer daño.

One shots de Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora