Nic Sheff

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Tipo: Romántico

Luego de tres años fuera de la droga y con un autocontrol más desarrollado, mis padres me permitieron volver a la universidad para así terminar mi carrera en literatura. Aquello había sido el evento más grande de toda mi vida desde que estaba limpio, volver a clases me hacía sentir que le estaba dando un nuevo enfoque a mi vida. Ahora tenía un objetivo y estaba determinado a concretarlo.

Solo había un pequeño inconveniente llamado Sophie Parker, esa chica desarrolló una especie de enamoramiento conmigo y la última vez que me atreví a tener una relación terminé recayendo en la cena donde me presentó a sus padres y cuando lo volví a intentar, ella se volvió una drogadicta como yo. Quería mantener alejado de los problemas y para eso debía evitar a toda costa tener otra relación los adictos en rehabilitación no suelen encontrar pareja en mucho tiempo y yo no estaba interesado en una.

El problema era que Parker no parecía entender que la quería lejos de mí, cada día me dejaba un regalo en mi casillero; a veces era una nota o una carta, otras veces me dejaba chocolates o libros y así llevaba un mes recibiendo regalos que no quería de una chica a la que quería a mil metros de distancia de mí. Un día me acerqué a ella solo para decirle que me dejara en paz, ella simplemente me dio una sonrisa y dijo "mientras sonrisa con los regalos que te dejo, no dejaré de hacerlo Nic, en serio me gustas y quiero conocerte a fondo" en más de una ocasión le dije que no quería una relación con nadie, pero parecía no entender.

Desde ese día comencé a tirar a la basura todos sus regalos, no quería problemas ya suficiente había tenido con ser por años la gran decepción de la familia. Salía de clase de literatura shakesperiana cuando sobre mi casillero encontré una caja roja con un moño morado, tenía una pequeña etiqueta que decía "Pones mi corazón a punto chocolate, disfrútalos S.P.".

Sin pensarlo arranqué la etiqueta y le di el chocolate a un chico que pasaba por ahí, se lo di con el pretexto de que me lo había mandado una tía lejana que no sabía que yo era alérgico al chocolate. El chico lo aceptó y yo me libré de mi Sophie-problema, esta chica no entendía razones y sinceramente ya me comenzaba a molestar; no le había querido decir a nadie respecto a ella y su acoso constante.

Los días que siguieron, la pesada Sophie seguía con sus regalos solo que esta vez eran cartas o notitas que ni siquiera me molestaba en leerlas simplemente las arrugaba y las botaba a la basura; uno de esos días pensé que había oído un pequeño sollozo, al voltear me di cuenta de que no había nadie.

Pasada una semana de sus notitas, pude notar como Sophie llegaba a clase con un moretón en su pómulo derecho; sus problemas no eran asunto mío, aunque no puedo negar que ella tenía una sonrisa muy contagiosa que desde el fin de semana no veía en su rostro. Me regañé a mi mismo por pensar en aquella barbaridad, la sonrisa de Sophie no tiene porqué importarme como tampoco me interesaba lo que sea que le pasara.

Estaba pasando por otra crisis de abstinencia, lo bueno es que con el paso del tiempo estas eran menos frecuentes. Lo malo era que sacaban todo mi lado bestia, tener una crisis en medio del pasillo de la universidad no era precisamente buena idea; busqué el camino más rápido a mi habitación, mi compañero no estaría ya que fue de viaje con sus padres. Estaba por llegar cuando uno de mis compañeros de clase se me acercó y dijo que había un rumor circulando por la universidad.

Se decía que Sophie y yo éramos una pareja de enamorados, estaba tan cegado por mis emociones que hice lo primero que mi instinto bestia me dijo, encararla y dejarle claro de una vez por todas que me dejará en paz. Caminé hasta la cafetería con la furia corriendo libre por mis venas, cuando la vi me dirigí a su mesa y sin esperar nada la tomé del brazo para arrastrarla fuera del recinto.

One shots de Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora