One shots de Timothée Chalamet

Paul Atreides

Tipo:  Smut suave

|TN VITORI|

Mi vida era de todo menos sencilla, un constante intento por sobrevivir y no meterme en el camino de mi hermana mayor. Ella me odiaba por el simple hecho de haber nacido, pues en realidad yo era una hija ilegitima de mi padre; pero de alguna forma u otra él estaba enamorado de mi madre. 

Algo que me sorprende bastante porque estaba segura de que ese hombre no conocía lo que es el amor. Pero así como amaba a mi madre, amaba a su hija mayor; quien era la luz de sus ojos, mientras que yo era la mocosa que le había robado la atención de su mujer. Y ya saben lo que dicen por ahí, no hay nada más peligroso que un hombre celoso.

Mientras mi madre estaba viva, mi padre cumplía con lo básico de sus funciones. Me proporcionaba un hogar donde vivir, un lecho donde dormir y comida para alimentarme; lo que quisiera hacer con mi vida, dependía netamente de mí. Mi madre había sido una gran esgrimista por lo que se esperaba de mí lo mismo.

Cuando mamá murió mi vida se complicó muchísimo, porque ya no había nadie que me defendiera del odio de mi padre ni de los celos de mi hermana. Se puede decir que a la edad de seis años, me quedé sola en el mundo; desde entonces tengo que vivir como si fuera invisible y tengo que ser completamente inútil si quiero que mi hermana me deje vivir. 

Desde un principio supe que mi hermana, estaba detrás de la muerte de mi madre. La veía como una enemiga mortal, pues si ella lograba entrenarme en el arte de la espada y la aprendía a usar incluso mejor que ella, entonces las miradas estarían sobre mí y eso mi hermana mayor no lo podía permitir. 

Algo que nadie sabía, era que mi madre guarda un gran secreto con ella. Pues en su tiempo fue una de las mejores estudiantes de magia en la Hermandad Bene Gesserit, además de que aprendió a dominar la voz a una temprana edad. Por lo que no me sorprendió cuando la Reverenda vino a buscarme una vez que se corrió la noticia de la muerte de mi madre. 

La magia que ellas conocían de mi madre era lo básico de sus habilidades, ella nunca confió en que la hermandad la protegería si algo llegaba a pasar. Pero no contaba con lo chismosa e inoportuna que podía ser mi hermana mayor, quien sí descubrió todo lo que mi madre era capaz de hacer y por eso temía que yo pudiera haber heredado sus habilidades.

Desde que vi a mi hermana clavando un chuchillo en el corazón de mi madre para hacerlo pasar como un acto de los rebeldes contra la nobleza, supe que debía ser una inútil. De lo contrario la siguiente en morir sería yo; recuperé dentro de las pertenencias de mi madre libros que solo yo podría entender porque se necesitaba de un poder especial para leerlos.

Con esos libros me comencé a instruir, frente a todo el mundo no era más que un desperdicio de persona. No sabía pelear, no podía dominar la voz y tampoco podía usar algún tipo de magia; yo era inservible para quién me mirarse, por eso pensaba que mi vida estaba a salvo. 

Las hermanas me tenían viviendo con ellas porque ser la hija de Genevieve, por lo que me permití vivir un tiempo tranquila. En esos momentos de paz y despreocupaciones, pensaba en que podría decidir el rumbo de mi vida; cuando mi mente comenzó a jugar conmigo.

Cada noche era un sueño diferente, pero con la misma persona. Un chico de, aparentemente, mi edad con hermosos ojos verdes y cabello castaño oscuro rizado; al principio solo lo veía desde lejos y luego en mis sueños comenzaba a interactuar con él. Se podría decir que había visto toda mi vida a su lado. 

Partiendo por el momento en que nos conocemos, se daba de manera fortuita hasta me atrevería a decir por alguien en común. Todo se sentía bien estando junto a él, como si fuera lo correcto el que estuviéramos juntos; incluso el beso con el que soñé se sintió tan real, en sus ojos podía ver tanto amor desbordándose en esas esferas esmeraldas.