57. Echar de menos

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Te echo de menos.
Realmente sí, lo hago.

Con el paso de los meses me he dado cuenta de que sigues volcando mi mundo cómo el primer día sólo con verte.

Que por mucho que haya mil personas en mi vida, jamás van a ser capaces de reemplazarte, de reemplazar lo nuestro.

Jamás llegarán a conocerme cómo tú lo hiciste, viendo mis incendios, mi tristeza y mi sonrisa.

Me he dado cuenta de que anhelo tu voz, tu mirada, tu presencia.

Me duele tu ausencia y tu indiferencia frente a mi interés por buscarte, por amarte.

Te extraño, aunque ahora tan sólo seamos dos extraños con recuerdos de los meses más felices y fugaces de mi corta pero intensa vida.

Sigo sin entenderte, pero ni a ti ni a tus acciones aunque a la vez sí lo hago.

Sigo buscándote y buscando un porqué entre la gente para poder darles respuestas a mis preguntas y soluciones a mis problemas.

Cada noche, día, momento y minuto maldigo al destino por alejarte de mi camino y la vez le suplico que te devuelva aquí conmigo.

Es contradictorio a la vez que adictivo soñar contigo y levantarme llorando por no verte aquí conmigo, no tener un mensaje tuyo y saber que no volveré a ver tus ojos brillar por verme.

Extraño esos días en los que sí era así, sí levantabas mis días con tus mensajes y provocabas mis sonrisas, admiro la forma en la que acariciabas con una inmensa tranquilidad y delicadeza todas y cada una de mis heridas y cicatrices sin importar qué pasaba detrás.

Te extraño y extraño cuándo aún no éramos extraños.

Huellas de una adolescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora