Huellas de una adolescente

48. Tengo un problema

Sí, tengo un problema y se llama dependencia emocional.

Por muchos motivos, entre otros, mis traumas infantiles.

Cosa que todos los adolescentes estaréis de acuerdo conmigo en que todos tenemos alguno por ahí.

Esos motivos han hecho que cada vez que una persona entra en mi vida y me brinda cariño y un cobijo yo me aferro a ella.
Con las amistades y las parejas, nos pasa a mí y estoy segura de que muchos más también.

No sé querer poco y es algo que con el tiempo me destroza porque entrego todo mi ser a una persona cuándo la quiero.

El problema aquí, es que cuándo esa persona nos hace daño, al tenerla idealizada, seguimos aferrándonos a cada pequeña esperanza o signo para pensar que todo volverá a ser cómo antes, cómo cuándo esa persona nos hacía realmente felices.

Amo la rosa, pero cuándo me clava sus espinas sigo amándola y pensando que quizás, algún día, cambiará esas espinas y ya no me hará daño o que en vez de marchitarse, volverá.

Ese es el problema de la dependencia emocional.
Cómo dependo tanto psicologicamente de ti, cuándo me hagas daño y decidas irte de mi vida, voy a seguir pensando que volverás.
Que si me miras es porque piensas en mí, que si me sigues aún en las redes es porque quizás me echas de menos, que tal vez te arrepientes de dejarme ir y que vas a volver a contactar conmigo.

Es duro.
Es psicologicamente muy duro.

Mi corazón te idealiza y se aferra constantemente a dicha idealización para no aceptar el dolor y la realidad que opone mi cabeza ante ello.

Es una guerra constante para darte cuenta de que la gente viene y va y que si te hace daño igual no es tan bueno como tú crees.

Yo sé que tengo un problema, sé que mi problema es que dependo psicológica y emocionalmente de mi pareja y amistades, pero ¿y tú?, ¿has aceptado que tienes un problema?
El primer paso es este, aceptarlo.
El siguiente es luchar para conseguir que tu estado anímico sólo, exclusivamente dependa de tí.