14.

3 3 0
                                    

Daniel:

Llegué a casa y dejé mis audífonos junto con mis llaves en la mesita de la entrada.

Me había pasado el camino pensando en lo extraña que había estado Ava. Así que aunque me había dicho lo de la siesta decidí marcarle. Sin embargo no hubo respuesta, no más que un mensaje.

La más wuapa <3
Luego te llamo :)

Valep, no te preocupes!!

Creo, que era algo extraño en nuestra relación. Ambos respetamos el espacio del otro. Pero a veces, eso me hace sentir como si no quisiera incluirme en su vida.

Pero después de todo, Ava quería espacio. Así que si eso era lo que deseaba se lo daría.

Me acerqué al frigorífico y cogí una manzana, luego de darle un mordisco comencé a subir las escaleras con ella en mis manos.

Abrí la puerta de mi habitación de golpe, estaba desordenada y olía a guardado. Instantáneamente mire mi reloj y noté que eran las dos y veinte de la tarde. Mi madre llegaría a las tres y yo tenía un puñetero desastre.

Así como si de una competencia se tratara, ordené la habitación en cuestión de segundos, puse una colada con el uniforme. Y luego de eso me fui a tomar una ducha.

-Dani!!! -escuché decir a mi madre- ya llegué, estás en casa?

-Ahora bajo!! -respondí-

Limpie los cristales del baño que estaban llenos del vapor que había producido el agua caliente. Me puse mis pantalones plomos y una sudadera. Me pase los dedos por el pelo y luego baje al salón.

-Hola mamá -sonreí-

-Hola Daniel, como estas?

-Cansado y tú?

-Igual, de salud que tal estás?

Odiaba esa pregunta.

-Bien.

-Has hablado con Ava lo que pasó en el hospital? -negué con la cabeza- vale, dejó el tema porque sé que no te gusta hablar de él, pero deberías decírselo, merece saberlo.

-Yo creo que ya tiene suficiente, como para pensar en lo que me pasa.

-Habéis tenido problemas? -comentó mientras buscaba algo para comer en la nevera-

-No sé si lo diría así -me apoye en la barra de la cocina- esta extraña, algo le pasa, pero quiere su espacio.

-Dáselo entonces, si tiene que ver contigo, te lo dirá.

-Supongo. Es solo que no quiero que nos pase algo.

-No os va a pasar nada. Venga, mejor ponte algo en la televisión.

Pusimos una película navideña, si en octubre. Mi madre se sentó en el sillón y yo hice lo mismo. Hacía un frío de la ostia, por lo que cogió la mantita que teníamos y nos cubrió a ambos. Yo recosté mi cabeza sobre su hombro y vimos la película.

Esos momentos, me traían paz. Era como si el mundo se silenciara. Como si todas las voces en mi cabeza desaparecieran. Y entonces solo fuéramos mi madre y yo. Nosotros dos contra el mundo.

Nosotros dos y una vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora