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Ava:

Finalmente había llegado el domingo. En resumen, el sábado por la mañana nos dieron el alta, el resto del día Dani se la pasó en su casa descansando y yo en la mía. Porque puede haya sido romántico y todo, pero no había dormido bien.

Moraleja; no compartáis cama. A ese paso tendríamos camas individuales cuando nos casáramos.

Es normal pensar en el futuro y que el esté ahí?

En la mañana del domingo me había dedicado a recoger algunas cosas de mi habitación, terminar alguno que otra tarea del colegio, y preparar la ropa para la boda. Además de tranquilizar a Daniel.  Tenía los nervios de punta porque su madre tenía acompañante y aún no le decía nada.

Daniel:

La verdad es que nunca me ha gustado llevar esmoquin, pero ya que la situación lo ameritaba, desempolvé el que se encontraba en mi armario y me lo puse.

Era un pantalón negro, una camisa de manga larga blanca, un saco y una corbata azul. Lo dicho, un esmoquin.

Mi madre llevaba un vestido azul cielo, que definía su figura, el cabello rizado color castaño suelto y un poco de maquillaje.

-Daniel, ya están aquí!! Baja de una vez.

Baje al salón y mi madre salió de la casa. Cerré la puerta y caminé tras ella.

Había un coche de color negro. Uno que me parecía haber visto anteriormente. Este era el acompañante de mi madre?

La ventana del copiloto se bajó poco a poco. Dejando al descubierto a el que estaba manejando. Es decir, el acompañante de mi madre.

Philips. O bueno, Felipe.

Conozco a Felipe de toda la vida. Cuando nací, era el compañero de trabajo de mi madre y siempre pasaba las navidades con nosotros. El y mamá eran de la misma edad. A diferencia de mi padre que era unos cinco años mayor que ella.

Al atar cabos me di cuenta que desde hace unos meses mi madre presentaba comportamientos extraños. Los de una persona enamorada.

Pero con ella a diferencia de mi padre. No me dolía. Porque ella merecía felicidad. Merecía encontrar a alguien que si la quisiera. A alguien que la valorará y si Felipe lo iba a hacer, estaba bien con eso.

Mi padre también merece ser feliz.

El camino a la casa de Ava fue corto. Felipe y mi madre conversaban, mientras tanto yo solo sonreía o distraía mi mirada en las calles.

-Es aquí.

-Valep, déjame aparco -dijo Felipe-

-Ahora vuelvo.

Baje del coche y sacudí las piernas para acomodar mis pantalones. Vaya mierda de traje.

Entonces vi salir a Ava. Tenía un vestido color celeste pastel de tirantes, le llegaba un poco arriba de las rodillas y le hacía un juego perfecto a su figura. Además de esto traía una especie de coleta elegante, lo cuál hacia que se pudiera apreciar su cara. En la cual había un poco de maquillaje. Pero había.

-Hola -dijo algo tímida-

-Estas muy guapa -sonreí-

-Tu también.

Nos acercamos al coche y abrí su puerta. Luego de eso rodeé el coche por detrás y entre.

-Hola Ava -sonrió mi madre-

-Hola -sonrió ella-

-Hola Ava, soy Felipe. Un amigo de la familia -sonrió- he escuchado cosas muy buenas de ti.

-Encantada.

Ava:

Ignoré el hecho de que Daniel nunca me había hablado de Felipe. Eso no tenía importancia. No ahora. Ahora mismo habían muchas otras cosas.

Por ejemplo. El discurso que daría Daniel. Estaría realmente listo para hacerlo?

Finalmente llegamos al lugar donde se celebraría la boda. Era una especie de posada. Como una casa de verano. El porche y la puerta estaban decorados con tulipanes y podías leer "señor y señora Rodríguez" por dónde fuera.

Nos hicieron pasar y lo que parecía el salón estaba lleno de mesas con manteles finos y sillas decoradas.

-Hola, me decís vuestros nombres? -dijo la chica que se encontraba en la puerta-

-Soy Daniel Rodríguez y ella es Ava, Ava Thompson.

-Vais en primera fila.

-Soy Mary y el es Felipe.

-Vais justo al lado de Ava y Dani. Pasad por aquí.

La chica nos condujo a través de ese inmenso salón, lleno de decoraciones y flores. Llegamos al patio, que era grande. Era un jardín, en el que habían todo tipo de flores, todas las que te puedas imaginar. Habían sillas minimalistas con un lazo azul cielo que apuntaban a un pequeño altar que estaba decorado con fotos de ellos. Este tenía como fondo el atardecer. Era perfecto. Hermoso.

Nos sentamos en primera fila. Un buen sitio, que te digo.

Los invitados llegaron y se sentaron. El papá de Daniel apareció. Le dio una sonrisa de boca cerrada a él y luego se puso en posición. Entonces escuchamos la música sonar. Y todos, incluyendonos nos pusimos en pie.

Mary:

Todos dirigieron su mirada hacia atrás. Por lo que yo también lo hice.

Natalie daba pasos lentos, y no perdía de vista los ojos de Luis. Lo miraba atontada. Sus ojos destilaban amor.

Su vestido era sencillo pero lo suficientemente llamativo. Era corto, liso y blanco.

Volví mi mirada hacia Luis y entonces noté como la miraba. Se moría por ella. Estaban llenos de ternura. De amor. De pasión. Estaba enamorado de ella.

Y duele, porque es entonces cuando sé que nunca llegó a mirarme así. Pero esta bien.

A veces las personas llegan para marcarte y no para quedarse.

Habían pocas cosas que podía agradecerle, pero una de esas era Daniel.

Felipe envolvió mi mano en la suya. Por lo que me enfoqué en el. Sus ojos. Como me miraba. Era tal y como Luis miraba a Natalie.

Pero asusta. Darte otra oportunidad. Porque es permitirte que te hagan daño.

Daniel:

Se casaron, hicieron brindis y bailaron su primer vals en ese lindo jardín. Entonces llegó la hora. La hora del discurso.

Cogí mi móvil, en el que tenía el discurso y antes de levantarme Ava me dio una palmadita en la espalda.

Llegue a esa especie de altar y vi como Natalie enlazaba su brazo con el de mi padre. Como ambos se miraban.

Estaba a punto de hablar cuando decidí ver a mi madre. Esta enlazaba su mano con Felipe. Y sus ojos. Como le miraba. Estaba enamorada.

Así que guarde mi móvil y decidí improvisarlo. Puede que aún no estuviera listo. Pero era el momento.

Nosotros dos y una vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora