Ava:
Habían pasado veinte minutos desde que Daniel se había recostado sobre su camilla. Desde que le había escuchado sollozar. Desde que nos desviaba su mirada del ventanal.
No sabía si tenía que hablarle o ignorarle. Porque no sabía que era correcto y que no.
Me acerqué de modo que yo cubría la vista del ventanal. Por un momento sostuvo la mirada en otro sitio. Entonces la enfocó en mi. Sus ojos pedían a súplicas auxilio. Retenían gritos. Gritos de alguien que está herido. Y me conmovía. Porque no sabía que demonios tenía que hacer.
Me puse en cunclillas y contemplaba su rostro. Así como el contemplaba el mío.
-Ava yo -intentó decir pero no lo consiguió-
-Quiero ayudarte. Quiero que sanes. Quiero ser a quien puedas acudir. Es solo que no sé como.
-Yo tampoco lo sé. Quisiera saberlo. Pero es eso. No lo sé. Y no quiero que sientas que estas obligada a ayudarme. No quiero que te sientas atada a esto. A vivir así. En hospitales. Quiero que en tu total libertad decidas hacerlo. Y si no lo haces está bien. Lo voy a respetar, créeme.
Por un momento la incredulidad cruzó por mis ojos. En serio me lo estaba diciendo? Llevábamos nueve meses. (porque si, los cumplíamos hoy) y aún no estaba seguro de eso?
Pero al ver que esperaba una respuesta supe que no era de coña. Que realmente necesitaba escucharlo.
-Entonces lo descubriremos juntos. Sanaremos juntos y creceremos juntos. Porque yo Ava Thompson, decido que quiero vivir la vida contigo eso sin importar los riegos o cosas que conlleve. Que te quede claro. Que no me voy a ir a menos de que me lo pidas. -pase mi mano por su cabello y se me escapó una sonrisa- felices nueve meses Daniel Rodríguez.
-Felices nueve meses Ava Thompson, te quiero, y gracias.
Pasaron unos cuantos minutos y Daniel se sentó al lado derecho de la camilla haciéndome lugar a su lado.
Me senté junto con el y mirábamos la lluvia caer, la contemplábamos. Y admirabamos su sonido.
-Lo del Starbucks sonaba una buena idea. Había planeado darte tu regalo ahí -sonrió- pero bueno.
-Sabes, aunque esto no estaba dentro de los planes es perfecto. No sé si recuerdes. Pero hace nueve meses exactos, vine a una habitación de hospital a decirte que estaba lista. Así que me parece algo muy cliché.
-Tenía todo planeado -sonrió- Y cómo olvidar ese veinte de Enero? Recuerdo verte entrar por la habitación, toda preocupada y recuerdo sentir que el corazón me daba un vuelco con cada una de tus palabras -negó con la cabeza- sabes, no lo tomes a mal, pero a veces agradezco que te hayas sentido mal en mates. Porque no lo sé. A lo mejor si no te pasaba nada, no te hubiera conocido.
-Yo también lo he pensado. Y a la larga, lo agradezco, sino, créeme que no te hubiera conocido.
-Estabas muy centrada en tu mundito -solto una risa-
En el resto de la tarde tuvimos que quedarnos en la habitación del hospital ya que querían tenerle controlado. La mamá de Daniel tenía que trabajar así que me quedé con el encantada.
Para matar el tiempo usamos los ordenadores del colegio para ver películas, una que otra serie e incluso hicimos uno que otro ejercicio de matemáticas.
Finalmente cayó la noche y decidí salir un momento a por algo de comida, ya que la del hospital no le gustaba a Daniel y a decir verdad tampoco a mi.
Encontré una pequeña tienda a las afueras del hospital, compre unos bocadillos y los pague. Una vez fuera un pequeño escalofrío me recorrió, ya empezaba a hacer frío.
Llene mis pulmones de aire y luego lo deje salir. Se sentía una descarga eléctrica de la tensión de todo el día.
Recibí un mensaje de Daniel.
Dani <33
Si puedes date prisa, por favorAy madre. Siempre he dicho que sus mensajes le dan un vuelco a mi corazón, que me hacen sentir mariposas. Pero este me había dado vuelta al cuerpo entero.
Corrí a la habitación y una vez que llegue cerré la puerta tras de mí.
-Qué -jadee- pasa? -apoye mis manos sobre mis rodillas para poder respirar con normalidad-
-Has venido corriendo? -volví a mi posición normal y me acerqué hasta la camilla-
-Si -deje salir una bocanada de aire- qué pasa?
-Ha llamada mi padre.. -abrí mis ojos en señal de sorpresa- no se lo he cogido. Porque no quiero estar solo.
Me senté en la cama y le tome de la mano.
-Llamalé que no estás solo -sonreí-
Con la mano contraria cogió el móvil marcó el número y lo puso en altavoz.
Daniel:
Nervios, que recorren tu cuerpo sin control.
Llamada telefónica:
-Hola? -dijo él-
-Hola Papá, qué pasa, he visto que me has llamado.
-Nada, nada, me ha dicho tu madre que estás en el hospital.
-Si, un desnivel nada más. No te preocupes.
-No lo hago, sé que no es nada, pero tú madre siempre se altera.
Es normal que después de todo siga teniendo el poder de herir?
-si no te sientes bien, puedes colgar -articuló Ava- -asentí-
-Verás te llamo porque la boda es el domingo y necesito confirmar la asistencia. Si cedes necesitas un acompañante que no sea tu mamá. Porque ya tiene uno. Puedes traer a Ava.
Mi madre tenía acompañante?
-Es que no sé si...
-Por mi no te preocupes -susurro Ava-
-Vale, nos vemos el domingo. Ava viene conmigo.
-Perfecto. E intenta mejorarte. Hasta entonces.
*Colgó*
Fin de la llamada.
Ava:
Daniel dejo salir una bocanada de aire. Y se pasó las manos por el pelo.
-Gracias -suspiro-
-No es nada -sonreí- y si quieres hablar de ello aquí estoy.
Y entonces por primera vez. Daniel lloraba libremente, se preparaba para contarme. Y era aterrador. Porque no sabía si podía ayudarle. Lo que sabía es que quería ayudarle.

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Nosotros dos y una vida.
Ficção AdolescenteFinalmente Ava está consiguiendo adaptarse a su nuevo mundo, está empezando a encontrar esa perfección Disney, esa que se encuentra en las pequeñas cosas. Sin embargo aún hay cosas que tiene que enfrentar, heridas que tiene que sanar y decisiones q...