6.

6 3 2
                                        

Daniel:

Los cambios asustan, siempre lo han hecho. Pero sobretodo cuando aún tenías esperanza sobre algo. Y eso se derrumba. Porque entonces te sientes decepcionado.

Había esperado con todas mis fuerzas, había pedido a cada estrella fugaz que veía pasar, había pedido como deseo de cumpleaños por años y años que mis padres regresarán y que fuéramos una familia feliz. Pero no paso.

Poco a poco. Es lo que dicen. Y esas palabras me las había tatuado en el corazón. No se pueden sanar siete años en una semana. Pero estaba en el proceso.
.
.
Finalmente viernes. Al fin me libraría del maldito examen de historia.

Me preparé para el colegio como lo hacía todos los días y baje unos quince minutos antes, para poder estar a tiempo en la casa de Ava.

Una vez que llegué espere a que Ava saliera y ya que no lo hacía decidí escribirle.

Wenos días wuapa.
Estoy abajo. Sal cuando quieras. Pero te recuerdo que tenemos examen a primera hora.

La más wuapa <3
Buenos diasss Dani.
En nada bajo :)

Y dicho y hecho. Ava salió de el portal con unos leggins negros, mi sudadera verde y no podían faltar sus converse.

-Tienes una manía con robarme las sudaderas -espeté-

-Me dan buena suerte -sonrió-

Ava:

Comenzamos a caminar hacia el colegio, con pasos lentos y apresurados. La boda de el papá de Dani era el domingo. Y su que sabía que estaba en el proceso de sanar, tenía que tomar una decisión. Su madre me había pedido que hablara con el. Pero no podía. No le puedo obligar a nada. Sobretodo si le duele.

Pero tenía que hacerlo. Porque muchas veces necesitamos un pequeño empujoncito.

Estábamos a punto de entrar al salón, entonces le dije.

-Te apetece irnos a por un café de Starbucks en la tarde?

-Vale, me viene fenomenal -sonrió-

Entre al salón y Lucia me dedico una pequeña sonrisa, una que le devolví.

Realmente no había pasado la gran cosa. Simplemente la seguí en Instagram, y hablábamos pero no éramos amigas o algo por el estilo.

No me lo permitía.

-Sentaros por orden de lista y comenzamos -dijo Teresa-

El examen corrió con total normalidad, por primera vez después de muchos exámenes, terapias y consejos. No hubo un ataque de ansiedad. Y eso me tranquilizaba.

-Hasta el lunes -dijo Teresa dejando el salón-

Daniel se acercó a mí para luego preguntar.

-Qué tal te ha salido?

-Mejor de lo que esperaba. Y a ti?

-Bien. Bastante bien.

La siguiente clase era matemáticas. Así que nos sentamos en nuestros sitios.

A la mitad de la clase, Daniel comenzó a comportarse extraño.

-Tienes algo dulce? -preguntó-

-Te sirve un chicle? -asintió- estás bien? -dije en voz baja mientras le daba la goma de mascar-

-Eso creo, será un desnivel o algo.

La clase continuó y Daniel comenzó a beberse su botella de agua. Un sorbo, tras otro, tras otro, tras otro. Así hasta que la termino.

Vale, no estaba bien. Llevaba poco más de un año con el. Pero sabía perfectamente cuando su salud no marchaba bien. La sed constante era uno de los síntomas de un bajón de azúcar. El problema es que si llegamos a uno muy bajo tenemos problemas.

-Tienes agua? -preguntó-

Le entregué mi botella y está también se la acabo tras unos cuantos sorbos.

-Daniel no estás bien, estás pálido. Tenemos que revisarte. Venga, vamos al baño.

-Que no, estoy bien.

-No lo estás.

Los minutos seguían corriendo, sabía que cada uno de ellos podía costarnos la vida. El móvil de Daniel timbró.

-Necesito una ambulancia -mascullo-

El móvil de Daniel estaba conectado con su aparato, el cual le media constantemente los niveles de azúcar. Si bajaban o subían mucho, el móvil le notificaba. Así que este era un caso.

-Pedro -le llame y el se acercó- necesitamos salir. Daniel no se encuentra bien.

Pedro conocia perfectamente la situación de Daniel, así que después de firmarnos un permiso nos dejó ir.

Finalmente la ambulancia llegó por lo cual, al cabo de unos minutos estábamos en el hospital.

-Tenemos que actuar ahora. Lo siento no puedes acompañarnos. -dijo la enfermera mientras se lo llevaba-

-Llama a mi madre Ava -hizo una pausa- y dile que le avisé a mi padre también.

Ví como le metían en una habitación. Así que saque el móvil a toda prisa y me dispuse a llamar a su madre.

Llamada telefónica:

-Ava?

-Estamos en el hospital Mary.

-Qué ha pasado?

-Un desnivel, grande. Se ha bajado mucho. Más de lo normal.

-Sollozo-

-Tranquila, si ? Ya le están atendiendo. Me ha dicho que te avisara y que le avisarás a su padre.

-En nada llego.

-Vale, con cuidado.

Fin de la llamada.

Mary:

Honestamente, desde que Daniel fue diagnosticado con diabetes ha estado el miedo constante de que algo le puede pasar, porque aunque es algo que se puede controlar. Cuando se te escapa, es difícil atraparlo.

Me sorprendía que Daniel hubiera querido avisarle a Luis, pero bueno, era parte de su proceso.

Llamada telefónica:

-Hola Luis -suspire-

-Hola Mary, qué pasa?

-Daniel, esta en el hospital, ha tenido un desnivel, de estos peligrosos.

-Y qué quieres que haga? Acaso es mi culpa que lo halla heredado de tu madre o qué?

-me ha dicho que te avise. Seguramente quiere verte.

-Que me vea cuando llegó a vuestra puta casa, no cuando le plazca. Estoy trabajando, es mucho más importante que eso.

-Es que no entiendes que se puede morir?

-Ya, bueno, te dejo que tengo trabajo. Que se mejore.

Fin de la llamada.

Era un gilipollas, siempre lo había sido.

Ni siquiera comprendo, porque necesita venir e invitarnos a su boda. Es la manera de echarnos en cara de que está mejor que nunca y feliz?

Porque si lo era, no iba a permitirlo.

No iba a volver a suplicarle de rodillas que se quede. Que se quede aunque sea por Dani. No le iba a volver a demostrar mi debilidad.

Porque es esa. El amor nos hace débiles.

Nosotros dos y una vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora