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Esa misma tarde, Daniel:
Todo iba de acuerdo al plan. Este iba a ser el mejor cumpleaños a del mundo para ella. O al menos eso intentaría, porque iba a ser el último en el que estaría y lo único que deseaba es que ella lo pasara fenomenal.

Y aunque ese pensamiento de irme era constante hoy quería evitarlo a toda costa, quería que solo se tratara de ella, y no de mi.

-Ya está -dijo Ava mientras salía de su portal-

Traía unos vaqueros color beige y un top blanco, con una chaqueta negra, y evidentemente sus converse, vaya obsesión con ellos.

-A dónde vamos? -dije-

El plan inicial era que luego del colegio íbamos a almorzar a un lugar que yo escogiera, luego haríais tarde de películas, Ava subiría a su casa y yo a la mía y a las cinco de la tarde iríamos a un sitio escogido por Ava. Y todo estaba yendo según ese plan.

-No te lo voy a decir Daniel Rodríguez. Además mira, ahí está él taxi que pedí , y tú vas a llevar esto -se puso de puntillas para atarme una pañoleta en los ojos- ya está. Venga -me tomo de la mano y me guío, hasta el coche.

Oía a perfume de fresa, seguramente sería algo para que el coche no oliera a mierda. Intente ver por debajo de la pañoleta, pero fue estúpido el intento porque estaba bien atado.

Al cabo de unos segundos el coche se detuvo, escuché a Ava bajarse y luego oí como abrió la puerta que se encontraba a mi lado.

-Ven -puso su mano sobre la mía- te vas a dejar guiar por mi.

-Ava Thompson tengo miedo, como me lleves a un lugar donde esté haciendo frío, te juro que renuncio y me piro.

-Que no hace frío pesado. Venga camina, o quieres que te cargue?

-Hombre no estaría mal -negué de hombros-

-Era coña Daniel, anda camina -comenzó a tirarme de la mano-

-Buenooo, vengaaa. -comencé arrastrado los pies, hasta que Ava me hizo coger el ritmo y comencé a caminar con normalidad- me das una pista! ??

-Valeeee, ya has estado aquí antes.

-Eso no es de ayuda Ava, considerando que hemos estados por todos lados, sobretodo estas últimas semanas.

-Pues es lo único que pienso decirte.

-Dime una pista más y te dejo mi sudadera de la bella y la bestia.

-Me estás manipulando con una sudadera?

-Ambos sabemos lo mucho que la quieres -esbocé una sonrisa- y las veces que te la he negado. Tómalo o déjalo. -negué de hombros-

-Joe, como no me la des Daniel -hizo una pausa-

-Qué? Qué va a pasar? -dije riéndome de su intento de amenaza-

-Vale, vale. Otra pista. Una vez me contaste lo que era para ti venir aquí, que a veces dolía y a veces no, de esas pocas veces que cuentas cosas de la nada pero profundas, esas.

-Has visto que fácil era ganarte la sudadera?

-Gilipollas.

-Lo soy, pero tú has sido la que se enamoro del gilipollas así que....

-Sino te callas me voy a arrepentir.

-Venga. vale.

-Ya estamos -me colocó guiándome con sus manos en mis hombros- te voy a quitar esto y tú te quedas con los ojos cerrados hasta que yo te diga, vale?

-Que si Ava, que si.

-Venga Daniel, que me lo estoy currando.

Esta vez sonó alterada.

-Lo siento.

Me quito la pañoleta y mantuve los ojos cerrados, presentí que se puso a mi lado. Entonces comenzó a contar.

-Unooo.... Dosss. Y tres ábrelos.

Hace unos meses, antes de que Ava y yo rompiéramos, antes de que supiera que iba a perder los riñones, le conté a Ava que cuando era pequeño, solía ir con mi madre a una cafetería con decoración al estilo de Italia, en la que servían el mejor chocolate caliente del mundo, y había un ambiente fenomenal.

Al principio, mi madre me decía que íbamos a esa cafetería porque era chula, que si que lo era. Luego me dijo que era porque le encantaba Italia. Sin embargo, al cabo de unos tres años, descubrí que en realidad, después de las desapariciones de mi padre que duraban días o noches, llegaba borracho a casa y le pegaba a mi madre, de manera fuerte, de esas que te dejan en el suelo. También supe que una vez mi padre me pego, que la cicatriz que mi madre me dijo que era una marca de nacimiento, era una seña de ese golpe. Entonces, cada vez que mi padre llegaba después de días perdido, o cualquier día que llegaba borracho, mi madre me llevaba a la cafetería.

No es una cafetería en la que tenga buenos recuerdos.

Y Ava lo sabía.

-Sé que no tienes buenos recuerdos aquí Dani.

Pues no Ava. Pero te lo perdono porque me gustas.

-No pasa nada de verdad. -interrumpí-

-Escúchame -continuó- te he traído porque quiero que de ahora en adelante, cada vez que pases por aquí, cada vez que veas fotos de la cafetería, cada vez que pienses en este lugar o cada vez que lo escuches en una conversación, quiero que tengas un buen recuerdo, no quiero que pienses en tu padre o en lo que hizo, quiero que pienses en este día, el día en el que dejaste ir esos momentos tan dolorosos y empezaste a disfrutar de nuevo.  -hizo una pausa que duró unos minutos, como si analizara mi reacción- feliz cumpleaños Dani, te quiero, mogollón -dejó un beso en mi mejilla- aunque seas un pesado.

Esbocé una sonrisa, una natural, una que sentía que salía de mi corazón. Negué con la cabeza para intentar controlar mi sonrisa, pero no podía.

Porque solo Ava era capaz de hacerme sentir eso.

-Gracias Ava, de verdad -me volví hacia ella y la envolví en mis brazos, la sentí suspirar y dejar salir una bocanada de aire, como si estuviera aliviada- ahora cada vez que vea esta cafetería, pensaré en este momento, en ti, en nosotros. Te quiero Ava, muchísimo, aunque a veces seas pesada.

-Yo también te quiero, Dani -pasó su mano por mi espalda y luego terminó el abrazo, aún tenía su mano  en mi espalda y yo dejé la mía sobre su hombro- entramos?

-Hombre claro.

Comenzamos a caminar en esa posición y entramos a la cafetería, estaba decorada con globos azules y había un cartel que ponía felicidades y estaba firmado por Ava y por el resto del personal de la cafetería, estaba Carmen.

La señora que siempre me atendió.

-Daniel, feliz cumpleaños. Es un gusto volver a verte.

-Igualmente Carmen. -sonreí-

Entonces las luces se apagaron, y  un mesero salió de la cocina con un pastel que tenía unas velas, por lo cual eso era lo único que iluminaba la habitación.

Todos los de la cafetería comenzaron a cantar el feliz cumpleaños, incluyendo Ava.

Entonces mire a mi lado, Ava estaba ahí y aún tenía su mano en mi espalda y yo aún tenía mi brazo en su hombro.

Vio que la estaba viendo y entonces volvió su mirada a mi, me miró a los ojos y estos le brillaron, después, me dedico una sonrisa. Una real, una genuina.

-Feliz cumpleaños guapo -susurro-

Desearía, con todas mis fuerzas, conservar este momento en una bolita de cristal, como esas de navidad que cuando las agitas ponen nieve, pues así, pero de este momento.

Porque probablemente, este sea ese momento en el que creas nuevos recuerdos, en el que empiezas una nueva vida.

Nosotros dos y una vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora