Este cap contiene escenas relacionadas con la salud mental.
Hace un año y un mes.
Ava:-Chaoo Laura -me despedí de ella con la mano-
Me subí al coche de mi padre y cerré la puerta con delicadeza. Eran mis últimos días en mi segundo año de secundaria y yo estaba a reventar de emoción.
El tercer año sería bombástico, por primera vez en años, había permanecido en el mismo colegio. Tenía amigos y empezaba a vivir el sueño adolescente.
Lo que más ansiaba era terminar la secundaria e ir a la misma universidad que todos. Crecer con mis amigos, y que nuestros hijos fueran amigos.
-Qué tal tu día Ava? -dijo mi padre mirándome por el retrovisor-
-Bastante bien -comencé-
Y mientras nos dirigíamos a casa le conté con lujo de detalles mi día con una increíble emoción. De vez en cuando desviaba mi mirada hacia los árboles que adornaban nuestro barrio.
Vaya, amaba la vida que tenía.
-Y por eso detesto al de mates, pero paso -finalize mientras me bajaba del coche-
Como acostumbrabamos puse la mesa, mis hermanas se sentaron y mis padres sirvieron la comida.
Todo marchaba con normalidad.
-Cuando visitaremos a la abuela? -dijo Sara-
-Yo creo que para navidades nos viene bien.. -respondió mi padre- compraré los tickets del tren esta tarde, que si no lo olvidó.
Terminamos de almorzar y recogíamos la mesa. Entonces mi madre recibió una llamada. Una que cambió mi vida.
Mi madre respondió la llamada con entusiasmo poco a poco su cara presentaba más preocupación. Entonces colgó y se rompió a llorar.
Sara, Sofía y yo no sabíamos que hacer.
Mi padre la tranquilizó y finalmente pudo hablar.
-Van a internar a la abu, tiene COVID.
Sé que el COVID puede parecer fácil para algunos, el problema con mi abuela es que era diabética, hipertensa y mayor. Cumplía con todos las factores de riesgo.
Básicamente era servirla en bandeja de plata a la muerte.
Un mes después.
El último mes fue bastante movido. Mi abuela perdió el oxígeno por lo que la tuvieron que entubar, últimamente los médicos ya no daban algún resultado, se limitaban a decir que simplemente esperáramos. Ya fuera su recuperación. O su muerte.
Pero no pasaría. Era una mujer fuerte y lo superaría. O al menos eso creía.
Después del colegio me encerré en mi habitación, y pase toda la tarde ahí. Hasta que mi madre la abrió de golpe.
Tenía los ojos rojos, la voz ronca. Había estado llorando.
No, no no.
-No mamá , dime que no. -espeté-
-Lo siento Ava, ya no hay nada más que hacer. -dijo en un sollozo-
-Mamá, no. Haced más pruebas.
-Ava -se abrazó a si misma- ha muerto.
Y aunque pensé que rompería a llorar, no lo hice, pensé que sería el shock, pero los días, semanas y meses pasaron y nunca llore.
Actualidad:
La foto. Era de el día del funeral. Realmente había pasado un año?
Creo que algo de vivir en otro país. Es que me hice la idea o quise convencerme de que mi abu estaría en mi país, en casa. Que cuando llegará estaría esperándome con galletas recién hechas. Pero entonces la realidad te bofetea. Y te das cuenta de que no es así. De que ya no está.
Volví a concentrarme en ese punto fijo de mi habitación. E intente recordar mis momentos con ella. Recordar sus manos en mis mejillas. Su voz diciéndome «te amo Ava, siempre serás mi princesa» «no te preocupes por tu peso, eres perfecta y guapa y quien no lo vea es subnormal o ciego»
Sin embargo nunca llegó. Eran imágenes sueltas, borrosas y sin sentido. Mi imaginación ya no podía recrear mis momentos con ella. Ya no podía ilustrar su cara o su sonrisa en mi mente. Intenté recordar su voz. Pero no llego. Ni siquiera una parte de ella. No había nada.
Me levanté de golpe y cogí el móvil, intentando buscar fotos o vídeos con ella. Pero no había nada.
Tenía un gran nudo en la garganta. No había nada y tampoco podía llamarle o recrear esos momentos, porque ella ya no estaba.
Dicen que el duelo, tiene cinco fases.
Y es probable que todo este año no llore porque estaba en negación. Pero ahora todo se me revolvía.
El duelo es el amor que no expresamos a las personas que amamos.
Lo aprendí, pero realmente lo viví?
No había nada. Tenía una sensación de vacío. Y entonces sin que pudiera detenerle. Comencé a llorar, pero no con lágrimas silenciosas.
Con lágrimas de rabia, tristeza y emociones reprimidas.
No era un sollozo. Era un llanto, como el de una rabieta de un niño. Pero mi rabieta, era por no poder estar con mi abuela. Intentaba detenerme, controlarme, pero no podía.
«dejaste de un lado el proceso»
Por qué detenerlo? Por qué debo ser siempre la fuerte? Por qué siempre tengo que sonreír para los demas?
Quién sonríe para mí? Quién es fuerte por mi?
Entonces no quise controlarlo más. Simplemente le deje salir. Lo solté. Y llore hasta quedarme sin lágrimas.
Porque por primera vez en un año, lo comprendí.
Ya no estaba viva. Y jamás volvería a verla.

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Nosotros dos y una vida.
Novela JuvenilFinalmente Ava está consiguiendo adaptarse a su nuevo mundo, está empezando a encontrar esa perfección Disney, esa que se encuentra en las pequeñas cosas. Sin embargo aún hay cosas que tiene que enfrentar, heridas que tiene que sanar y decisiones q...