Con que eso era lo que la asustaba: el contacto físico. Había logrado conseguir una respuesta con sus comentarios, al menos. Y aunque lo odiaría, usaría aquel terror a su favor... hasta que lograra borrarlo de su mente. Al final de cuentas, tenía mucho tiempo para seducirla e introducirla a los placeres carnales, sus planes podrían ser pospuestos indefinidamente. Por este instante, sólo le importaba la mujer frente a él.- Sin embargo, el hecho de que hayas sabido cómo comportarte aquella noche, me sorprende. Parecía que tuvieras experiencia en tentar a los hombres para luego dejarlos.
No entendía el punto de aquel patán, pero su paciencia tenía un límite y él había estado presionando durante mucho. Por lo que en un estallido de carácter, movió la silla y pretendió irse de aquel lugar. No soportaba seguir escuchando sus hirientes comentarios.
Sin embargo, rápidamente fue bloqueada por el gran cuerpo del Lord. La fijó a la silla, poniendo ambas manos en los apoyabrazos. Contuvo el aliento, atemorizada por su proximidad. Podía ser muy valiente cuando él no estaba sobre ella y viéndola tan directamente.
- Había dicho que no podías retirarte. - Susurró, bajando hasta la altura de su cabeza. La división entre la moral y curiosidad ardían en la mente de Terry, mas, al ver aquella cara tan llamativa sus principios quedaron atrás. Observó con cierto pesar, sin embargo, cómo su personalidad había sido a una temblorosa mujer nuevamente. Y más lastimoso era que él seguía queriendo tenerla entre sus brazos.
El rostro masculino se cernía sobre Candice, manteniéndola en su lugar, sin apenas poder respirar por temor a que sus narices se rozaran. Sentía miedo fluyendo por sus venas, pero también otra emoción que la confundía en demasía. No sabía qué pensar ni cómo reaccionar ante la repentina cercanía y el poder que él ejercía sobre su mente y cuerpo.
- Hay suficiente evidencia, mi estimada dama, como para ser capaz de formular la siguiente pregunta. ¿Quién eres? Debes saber, que no aceptaré evasivas por respuesta. - Susurró seductoramente, resistiéndose al intenso deseo de besarla y olvidar sus cuestionamientos.
Ella lo contempló con asombro, sin creer aún las palabras que sus cercanos labios habían pronunciado.
- ¿Pruebas? - Interrogó con voz ahogada. Su pecho latía rápidamente, más todavía cuando se aproximó hasta que sus narices se tocaron. La joven podía sentir el peligro, pero también aquella emoción desconocida martilleando en sus venas. Era increíble cómo cambiaba al tenerlo cerca, nada más unos minutos atrás habían estado discutiendo.
-He dejado en evidencia ya, que no aceptaré evasivas-susurró con voz seductora, consciente del ligero enronquecimiento que la cercanía le provocaba. Le resultaba increíblemente atractiva con aquella expresión, que si bien reflejaba miedo, también perplejidad. Luchó contra el deseo de besarla y abandonarse a sus anhelos. Mas, sabía que el toque no le sería suficiente y terminaría queriendo más, mucho más.
- No sé de qué está hablando, señor-expresó Candice con el aliento entrecortado al sentirle bajando hacia su cuello. Se preguntó si él sentiría su corazón.
-Respuesta equivocada- exhaló en su oído, haciéndola temblar. Quiso creer que se trataba de sorpresa. - Creo que la mentira debe ser castigada. - Dijo entonces, y cualquier emoción que no fuera el pánico, desapareció de la mente de la rubia.
Él percibió la rigidez de su cuerpo y sonrió por lo que seguramente pensaba. Disfrutó del agradable aroma que despedía la piel de la joven. Era tan pálida que le daban ganas de suspirar al imaginar el sabor de ella.
- ¿Castigar... me? Creí que había dicho que... -ella se calló al ver la expresión seria del lord. No tenía derecho a replicar.
-No te haré daño, Candice- aclaró Terrance-jamás cometeré aquel acto despreciable.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
FanfictionLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.