Capítulo 44

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- No fue tu culpa. Nada de lo que pasó - interrumpió Candy.
- Eras sólo un niño  - alzó la mano y se atrevió a tocar su cabello, acariciándolo con las uñas. - Además, ya has hecho bastante por mí.

- No lo suficiente. Puedo darte mucho más, puedo...

- No quiero nada más... nada que   -- cogió aire y sin abandonar sus zafiros, pronunció: - nada más que a ti. Si pudiera tener tu cariño, tu pasión y corazón, sería la mujer más dichosa, porque eres todo lo que deseo, Terry.

El corazón le latía furiosamente contra las costillas, y sintió que cada segundo que pasaba era una agonía. Lo había dicho, había confesado sus sentimientos y realmente no se sentía aliviada.

- Cásate conmigo.  - Escuchó decir de forma atropellada. Desconcertada, frunció el ceño.

-- ¿Qué?  - Otro trueno estremeció el cielo y la lluvia pareció arreciar con más brutalidad. Definitivamente, no era la reacción que esperaba.

- Que te cases conmigo, por favor.  - Él le sostuvo el rostro con ambas manos, y el calor de ellas la hizo consciente del frío que sentía.

- ¿P-por qué quieres casarte conmigo? - Su lengua parecía sufrir una especie de colapso, porque apenas logró pronunciar la frase.

Terry sonrió, para aumentar su turbación.

- ¿No te lo dije antes, mi lady?
- Le acarició la parte posterior del cuello con los pulgares - sólo me casaré por amor. Esa es la razón por la que te lo pido, porque te amo.

Candy jamás pensó que una sorpresa sería capaz de doblar sus rodillas y dejarla sin respiración. Sin embargo, de no ser porque Terry la cogió con fuerza por la cintura, habría terminado en el suelo.

- ¿Qué ocurre? ¿Te encuentras mal?

Ella negó de prisa.

- No... no juegues conmigo, porque esta vez no te perdonaré.  - Advirtió con voz temblorosa.

- No estoy jugando, mi lady.
- Sonrió nuevamente, de un modo que la hizo morderse los labios. Se veía tan apuesto cuando su mirada se iluminaba así. - Quiero casarme contigo, quiero pasar el resto del tiempo que me reste a tu lado, compartir mi lecho, mis secretos, anhelos y proyectos contigo, sólo contigo. Deseo despertar cada mañana junto a ti, besarte cada noche y hacerte el amor con la misma pasión en cada oportunidad, hacerlo una vez, dos veces, tres veces al día... las que necesitemos para estar saciados el uno del otro, aunque te advierto que dudo poder tener suficiente de ti en algún momento. Te amo, Candy y ya no tengo reservas respecto a eso. Y por favor, no creas que me he dado cuenta hoy o ayer, lo sé desde hace mucho, sólo fui un necio que tardó demasiado en aceptar la verdad.

Para cuando terminó de hablar, Candy era incapaz de contener las lágrimas silenciosas que se derramaban por sus mejillas.

- Por favor, hazme el honor de aceptar ser mi esposa. Di que sí, cariño. - Le besó los pómulos, llevándose el surco de las lágrimas.

- Yo... - ¿por qué no podía dejar de llorar? ¿Era culpa de esa sensación tan vigorosa en su pecho que le impedía hablar? ¿Eso era causa de tanta felicidad? Al notar que no podía responder, atinó a asentir con energías, sonriendo a pesar de su llanto ahogado.

En aquel momento, la palabra patética podría describirla. Sin embargo, eso guardaba la misma relevancia que la lluvia que caía fuera. Tenía otras cosas en su mente, cosas que incluían a Terry y sus labios acercándose a los suyos.

Sus bocas no tardaron en encontrarse, y él la estrechó con fuerzas contra su cuerpo, sintiendo tal alegría que podría dar vueltas alrededor de sus terrenos en unos minutos sin siquiera jadear. Se sentía capaz de todo.

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora