Con una opresión en el pecho, contemplo por la ventana. La certeza de que no tenía ni la más remota idea de dónde estaba ni que lo pasaría en adelante, la devastó y sumió en la desesperación. Pocas veces desde que ocurrió hacia nueve años se permitía sentir, ella aprendió por el lado duro que era mejor olvidar el pasado, olvidar que se podía querer y confiar en alguien. Enfureció su corazón para que las amargas palabras de su abuela no corrompieran lo único valioso que poseia,el recuerdo de sus padres y por lo mismo no permitiría que nadie supiera de ellos no lo que habían sido.
El carruaje se detuvo con suavidad, aunque eso no impidió que su cuerpo entero se meciera al alto galope de los caballos.
Se sintió estremecer al percibir movimiento fuera de la portezuela que no tardó en ser abierta por una mujer de ojos grandes. La expresión de su rostro se lo hizo hasta casi llegar a ser compasión al verla encogida en aquel sitio.
Pony no podía concebir que esa niña se encontrarán en tales condiciones; con la mirada aterrada, sucia, despeinada y maltratada. Cada uno de sus instintos materno se volcaron sobre la recién llegada, y lo único que sintió fueron enormes deseos de alargar los brazos y envolverla a la pobre criatura.
Cuando extendió una mano,la chica se encogió más y la contemplo asustada, así que retrocedió, poniendo una sonrisa maternal en sus labios.
-- Hola, soy Pony -- la voz de la mujer era agradable y sus ojos parecían sinceros al seguir hablando -- no quiero hacerte daño.
Bueno, pensó Candice, al menos no le grita. Su abuela disfrutaba atormentandola con amenazas.
-- ¿ Cuál es tu nombre? La sonrisa no desaparecía de los rasgos de la señora de piel blanca y arrugada, sobre todo alrededor de la comisura de sus ojos.
-- Candice -- dijo al fin aunque se negaba a decir su apellido. Ya muchas golpizas había recibido por esa falta que Elroy consideraba insultante. No volveria a cometer el error.
-- Un muy bonito nombre -- La sonrisa se pronunció más y por un segundo la rubia recordó a su madre. Ella solía ser muy cariñosa y aquella mujer tenía la misma expresión maternal que él hacía volviera atrás sobre su niñez. -- ¿Quedrías bajar conmigo, Candice?
-- Extendio la mano y esta vez, no se encogió. Simplemente la observo, -- Prometo que no voy hacerte daño, de verdad.
¿Qué otra opción le quedaba? se pregunto. Así que temblando, le cogió la mano. ¿Hacia cuánto que no tocaba a una persona sin que está deseara tratarla mal?
-- Muy bien, eso es. Con cuidado.
-- ayudaba la suave piel de Pony, Candice descendió del carruaje.Pobre muchacha, está tan delgada pensó la nana, observando a la criatura que daba vueltas la mirada de un lado a otro, con aquella atemorizada expresión.
Cuando ingresaron a la casa, Candice se puso rígida y Pony comprendió el porque al ver a Terrance bajando la escaleras. ¿ Para que quedra a la muchacha? interrogó mentalmente.
Candice se aferró a la mano calidad y trato de no temblar en el momento en que los ojos del hombre se posaron en ella, inspeccionando tal y como lo hacen las personas al comprar un objeto. Sin embargo sintió un inusual alivio al notar la ligera nota de desagrado que apareció en los ojos azules penetrantes.
¿De verdad? Era todo lo que te Terrance podía pensar. La chica era un completo desastre, la ropa desgarrada y sucia, al igual que cada porción de la piel visible, el cabello era una maraña terrible que le cubría la cara que mantenía inclinada. No era una belleza, desde luego. Pero al menos serviria para sus planes, pensó con desgana. Después de todo sólo tenía que agradarle lo suficiente o debe obligarse a ello. Al fin y al cabo, era una mujer y bajo esas prendas mugrientas debería existir algo que admirar y que logrará despertar en el algo de deseo.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
FanficLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.