Capítulo 49 (Final)

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Estás torturándome, mujer. Pero has de saber que creo en la justicia divina... y pronto será mi turno.

- Hasta entonces, disfrutemos de la fiesta. - Y dándole una mirada coqueta, se apartó hacia sus invitados.

Sin embargo, mientras volvía a recibir las felicitaciones de parte de Marta, alguien se aclaró la garganta tras ella.

- Primero que todo, quisiera agradecer la presencia de cada uno de ustedes, gracias por hacer de esta ceremonia especial - la sala prorrumpió en aplausos. - No obstante, pido disculpas por mi falta de decoro al informar que mi esposa y yo debemos partir para llegar a nuestro destino según lo planeado. Espero no se sientan ofendidos por la brusca interrupción y los invito a seguir disfrutando de la celebración. - Los asistentes soltaron una especie de vítores y las miradas pícaras no se hicieron esperar. Candy, avergonzada, contempló el líquido en su copa.

- Ese pobre hombre no te quita los ojos de encima, muchacha. Creo que esta noche apenas y podrás dormir. - Rió Marta, haciéndola enrojecer. Candy ya había estado con el Lord y pese a ello, sentía el nerviosismo propio de una inocente de encontrarse a solas por primera vez con su marido. - Pero no tengas miedo, él te ama y hará que todo sea fácil para ti. -Le guiñó un ojo y supuso que el rubor en sus facciones, contribuía de buena manera a su supuesta condición de virgen.

Una mano cálida en su espalda la hizo dar un respingo.

- Buenas noches mi lady. - Terry cogió la mano de la anciana y depositó un beso en ella. Marta rió encantada.

- ¡Qué caballeroso! - Comentó.

- Me temo, que en esta ocasión actuaré de manera incorrecta, pero ruego comprenda el por qué he de privarla de la compañía de mi esposa.

- Desde luego, querido. Sólo sé bueno, ¿sí? Ella merece lo mejor - de manera maternal, acarició la mejilla de la rubia.

- Gracias por venir, significa mucho para mí.

- Más para mí, el que me hayas considerado. - Se abrazaron brevemente, y luego se despidió. Aquel escenario se repitió entre los otros invitados, y con Pony, Gley, Kate y el resto de los trabajadores del Lord.

Finalmente, para el bochorno de la joven, Terry la levantó y la cargó hasta el carruaje que aguardaba por ellos, en medio de gritos de buenos deseos.

- ¿Los oyes deseándome buena suerte? - Sonrió el Lord, una vez que se encontraron en sus asientos y en movimiento. La multitud los siguió por el camino hacia los portones.

- Quizá la necesites, porque me has enfadado. ¡Siempre terminas avergonzándome! ¡Todos sabían cuál era tu urgencia! - Acusó Candy.

- Vaya, me encanta cuando te molestas, tus ojos brillan como cuando estoy dentro de ti.
- Aquel comentario la hizo enrojecer.

- ¡No... digas eso así! - Exclamó acalorada.

- Pero amor, es la verdad. - Se acercó tanto, que la joven era incapaz de voltear el rostro, ya que eso significaría un beso que no quería darle. - No te enfades. Celebremos esto juntos, estamos casados. - Cogió su mano y besó el dedo donde reposaba la alianza de oro justo sobre la de compromiso. Luego ascendió, hasta terminar depositando seductores roces contra la piel de su garganta.

- Está bien, está bien. Pero debes comportarte...no puedes ir ventilando nuestra vida privada.

- No lo he hecho. - Replicó perplejo.

- Casi. Era más que evidente tu motivación para retirarnos.

- Ah, es que eso me trae sin cuidado, de hecho, prefiero que todos sepan cuán trastornado estoy por ti. - Le besó la mejilla. - Además, fuiste tú quien me provocó diciendo en qué consistiría tu atuendo esta noche. - Dirigió una elocuente mirada a sus pechos. - y debo reconocer que estoy ansioso.

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