Capítulo 18

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- Afortunadamente, estabas ahí. - La oyó susurrar tras él. Y se volteó con una máscara sobre el rostro, necesitaba desesperadamente hallar su control. - Y no creo que hubiera muerto, sinceramente. - Le obsequió una sonrisa radiante. - Gracias.

Algo incómodo por la repentina atención, asintió bruscamente.

La escuchó moverse entre la hierba, hasta que supuso se había sentado. Incapaz de acercársele todavía, debido a sus fuertes deseos de mantenerla contra su pecho hasta asegurarse que no se iría de ahí, permaneció de espaldas, contemplando sin ver la pradera repleta de colores.

Candice no sabía muy bien cómo portarse, se sentía de algún extraño modo alegre y jovial, quizá, después de todo, no deseaba morirse tanto como creía. Saber que aquello se debía al hombre de pie a unos cuantos pasos, la hizo suspirar. No cabía duda que las circunstancias de todo habían sido terribles, pero le había servido para abrir los ojos y darse cuenta que estaba cayendo, y que en ese trayecto no habría una mano que la salvara.

Se mantuvo quieta, mordiendo su manzana con la mente dispersa, hasta que lo oyó sentarse a su lado.

- Lo siento. No debí desafiarte a algo así.  - Comentó áspero.

- No fue tu culpa.  - Le sorprendió lo fácil que se le hacía estar a su lado y tratarlo de tú.

- Compraremos zapatos.

- No hace falta.

- Sí que lo hace. - Tomó el viejo calzado y observó las costuras rotas. Una inexplicable rabia consigo mismo le hizo apretarlo.

- ¿Y en qué quedará nuestro desafío? Iba más alto- sonrió Candice, apoyándose sobre sus rodillas y mirando al Lord. Él la esquivó.

- No ganaste.

- Ni tú.

Entonces se animó a verla. Su confusión era demasiada, pero no era tonto, y se daba cuenta de lo mucho que la fémina de cabello rubio y ojos verdes le provocaba. Esos instintos de protección eran fuertísimos, quizá, alarmantemente poderosos.

Candice sintió de súbito el deseo de acercarse más y que él volviera a rodearla con sus brazos, y tal vez... alzar el rostro...

Se sorprendió observando la barbilla varonil, los labios tensamente apretados. Tuvo el anhelo de relajarlos con los suyos propios, y percibir la calidez del contacto. Tragó grueso.

- ¿Hay algo que quieras? - Interrogó el Lord, consciente de su intenso escrutinio, que despertaba sus ansias.

- Eh...- Candice dudó y se planteó seriamente la posibilidad de decir sí. Porque realmente quería un beso de su boca, pero era demasiado cobarde para ello. - No. - Dijo con cierto pesar.

Terrance sonrió.

- Pues yo sí quiero algo. - El corazón de la joven latió rápidamente y un delicioso cosquilleo jugó en su espalda.

- Uhm... ¿qué cosa?

- Un agradecimiento como corresponde. - De pronto, el Lord la tomó de la cintura y la levantó hasta ponerla muy cerca. Candice contuvo el aliento.

- ¿Y eso cómo sería? - El había sentido las ganas de la mujer, cada vez se encontraba más familiarizado con sus gestos y expresiones.

- Con tu boca, desde luego. - Susurró a su oído, mientras una de sus manos cedía y apartaba el cabello de su hombro.

Candice miró aquellos ojos azules que comenzaban a despertar un torbellino de sensaciones en su cuerpo, que la hacía vibrar y desear cosas... cosas que no eran correctas, pero que se le antojaban placenteras.

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora