Capítulo 47

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- Ahora, mi lady, voy a pedirte que corras la cortina, a menos que quieras que alguien vea tu rostro.

- Esto no está bien. - Musitó a duras penas, pues una caricia perezosa sobre la ropa interior, hacía que su centro palpitara. Y sin embargo, terminó por hacer lo que le había pedido.

- Aún no, pero lo estará. -- Y entonces hizo sus prendas íntimas a un lado y acarició superficialmente, jugando con ella que se mordía los labios.

El resultado de esa sorpresiva seducción, culminó con Candy temblando y con el rostro enrojecido, oculto, en el hombro de Terry, que se encargó de devolver, para su pesar, los pechos que logró sacar por encima del vestido y bajarle las faldas.

- No puedo creer que hayamos hecho esto - suspiró la joven, y aunque trató de lucir indignada, la sonrisa coqueta la traicionó. Se sentía increíblemente osada, y le gustaba la sensación.

- Cariño, no he querido empujar tus límites hoy.  - Le besó de manera gentil los labios.

- ¿A qué te refieres?

- Ah, mi lady, todo a su debido tiempo. - Apretó su mano, y a continuación puso distancia, pues el cuerpo masculino ardía en ganas de finalizar el acto en el interior de su mujer. Sin embargo, se dijo que debía tomarlo con calma, pese al esfuerzo que eso demandaría; pues en el fondo de sí, la charla sobre el vestido de novia de Candy le carcomía los pensamientos, ya que sabía que debió resistir hasta siquiera proponerle matrimonio. Le arrebató la posibilidad y en cierta medida, se arrepentía.

Le acarició el dorso de la muñeca, y ella le regaló una gran sonrisa. Sus remordimientos remitieron un poco, pero no del todo.

- Creo que dentro de un mes estaría bien la ceremonia.

- ¿Un mes?  - Interrogó alzando las cejas.

- ¿Es muy pronto?

- De hecho, creo que es mucho tiempo.

- Por favor, mi lord, hay cosas que hacer  - ella le regaló un casto beso.  - no podemos casarnos mañana ni pasado.

- Podríamos, si quisieras.
- Reprochó.

- Quiero una recepción. Voy a encargarme de eso y creo que en un mes lo conseguiré. - Él pareció reflexionar.

- De acuerdo, cariño. Consentiré en lo que desees.  - Prometió solemne.

- ¿Ah, sí? - Interrogó pícara, antes de recibir un apasionado beso.

En medio de caricias y palabras amorosas, llegaron a la casa.

Cuando la chica se sentó, después de terminar de acomodar con ayuda de Dory las nuevas compras, sintió un desagradable dolor en el vientre, que la hizo apretar los dientes.

- ¿Te ocurre algo?  - Interrogó la morena.

- Es... la visita del mes
- respondió arqueando las cejas. - Se supone que debe venir pronto; sólo se está anunciando.

La chica rió.

- ¿No será otra cosa? ¿Con manitas y pies?

- No, es demasiado pronto.
- Explicó metiendo las cajas bajo la cama con los pies. - Y de cualquier modo, no andes diciéndolo por ahí. Mi vestido de novia será blanco  - Dory soportó la risa a duras penas y la apesadumbrada chica, soltó un suspiro que alborotó sus cabellos.

- Si serás descarada.

- ¡No he sido yo! Apareció Priscila y se puso a interrogarnos. Fue horrible.

- Debió ser muy cómico. - Se sentó frente al tocador, jugando con las recién adquiridas horquillas. - ¿No te parece que es como un sueño?

- ¿Mi compromiso?

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora