Capítulo 23

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- Candy, pero por qué piensas que la distancia será suficiente.

- Dory, antes del Lord jamás había sido besada por un hombre ni mucho menos tocada. Mi hipótesis, es que si me aparto lo suficiente pueda olvidar su toque, ¿comprendes? Y entonces, podré volver a la normalidad, como solía ser.

La castaña simplemente soltó un suspiro, conteniendo las ganas de revelar sus pensamientos. Veía a su amiga tan convencida y entusiasmada, que no se sentía capaz de defraudar sus ilusiones.

- De acuerdo. ¿Cómo piensas hacerlo? - La rubia sonrió complacida.

El día siguiente no trajo demasiadas novedades, salvo por la lluvia.

Terrance se forzó a cumplir sus labores, por lo que se encerró en el estudio y no salió ni para la cena. Necesitaba su mente concentrada totalmente en las cartas de negocios que se le habían acumulado. Además, había ciertas inversiones y posibles compras que debía evaluar con frialdad. Y eso, era imposible si se encontraba cerca de la joven rubia.

Estaba seguro que en menos de lo que pensaba, terminaría por obtener lo que había perseguido con tanto afán en esos días de tormento.

Por otra parte, Candice se dedicó a trabajar con energías, ocupándose para no pensar en demasía, puesto que, su próxima huida cada vez se volvía más una posibilidad tonta que la brillante idea que empezó siendo.

- Relájate, mujer. - Reprendió Dory cuando se sentaron a comer. Luisa les hablaba sobre unos vestidos que había visto, mientras la rubia se imaginaba lo que haría con su vida una vez que fuera libre. Debía ser sincera, y admitir que sus aspiraciones eran pobres.

Pasmada, la rubia pestañeó varias veces e inhaló fuertemente.

Engañada por sus propios pensamientos, soltó un juramento de enfado. Mas, todo era su culpa por permitirse tener desvaríos tan absurdos.

Finalmente, tuvo que dejarlos y regresar a sus labores. Se dio una significativa mirada con Dory y ésta asintió, sabiendo que debía poner en marcha el plan elaborado.

Por lo tanto, después de terminar un par de cosas, se dirigió al estudio del Lord.

- Adelante. - La castaña inspiró profundo antes de ingresar.

- Buenas tardes, señor.

- Dory. - Sonrió, dejando de lado un instante la pluma. -Lamento lo directo, pero ¿qué es lo que necesitas? Por favor sé concisa. - Asintió.

- Señor, necesitamos algunas cosas de la ciudad y me preguntaba si ya que usted está ahí...

- Dory, sabes que con asuntos de esa clase no me llevo. - Comentó Terrance, volviendo la mirada a una carta.

- Es por eso que se me ha ocurrido que una chica lo acompañe. Verá, estamos en plan de confeccionar nueva ropa.

- Pueden comprarla si lo desean.

- Señor- sonrió Dory, retorciendo nerviosa los dedos tras la espalda. - Saldría muy costoso. Tenemos buenas costureras que están de acuerdo con la idea. Ya lo hemos hablado-. Candice y ella habían urdido el plan cuidadosamente, basándose en predicciones sobre el Lord. Esperaba de todo corazón, que el resultado fuera el esperado.

El hombre guardó silencio un largo momento antes de asentir.

- De acuerdo. Quien sea la que irá conmigo, que se preparé. En menos de diez minutos estaremos en el carruaje. - Espetó con una media sonrisa.

Dory suplicó perdón por mentir tan descaradamente y ser parte de un plan de huida, pero quién la juzgara debía tener en consideración que lo hacía por una amiga.

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