Al apartarse para respirar, luego de haber estado luchando por un control inexistente, contempló el rostro sonrojado y la mirada confusa, pero al mismo tiempo cálida. Y se dijo que jamás alguien le había parecido tan hermosa e inocente. Por ese momento, él no dudo de su ingenuidad.
Incapaz de detenerse, bajó a su boca y le dio un beso tierno, muy lento, casi como de reconocimiento. Pero no dejó de ser consciente de lo que su cuerpo anhelaba, ni de que estaba entre sus piernas.
Por lo que dejándose llevar, a medida que el beso subió de nivel, él elevó las manos hasta dejarlas justo a sus costados y sin darle tiempo a vacilar, cubrió los senos con ellas e hizo un poco de presión. La joven se apartó, acalorada, y cerró los ojos apretadamente. Se preocupó de haber sido muy rudo, hasta que la oyó proferir un suspiro suave al procurarle un lento y delicado masaje, sumado a besos ligeros en el cuello.
Adoraba sentirla entre sus manos, pero quería más. Por lo que muy despacio, para no asustarla, dejó que su boca encontrara el inicio de su pecho derecho y con las manos bajó las mangas del vestido, hasta descubrirle los hombros de la camiseta de hilo. Acarició la piel con sus dedos y labios, deleitándose con la piel suave.
Siguió el borde superior de la prenda, rozando conscientemente los senos erguidos.
Candice no sabía si pararlo o permitirle que siguiera torturándola. Sentir su toque en aquel lugar la estaba matando y no dudaba que perdería el juicio si él seguía tentándola
Terrance no le dio tiempo para dudarlo, pues bajó repentinamente hacia el inicio de sus turgencias y comenzó a repartir besos húmedos que la hicieron contener el aliento y a su sensible piel temblar. Sentía los ligeros arañazos que la incipiente barba le dejaba, pero sólo sumaba en aquellas sensaciones tan desconocidas e intensas que amenazaban con destruirla. Estaba tan confundida… no se encontraba segura de lo que primaba en aquel instante, si sus deseos primitivos conjunto a su insatisfecha curiosidad o el sentido común.
Pese a sus vacilaciones, se encontró arqueando la espalda cuando la sostuvo de los muslos, acercándola a su cuerpo duro y masculino. Sus manos, como si de pronto hubiesen recordado que existían, se dirigieron algo temerosas hacia los hombros fuertes y luego al cabello despeinado.
Sintió las manos subir por su cintura hasta posarse en la parte trasera y que los dedos se pusieran a trabajar con los lazos.
Ninguno de los dos esperaba que Candice buscara la boca masculina en aquel momento, pero para Terrance fue otro disparo de excitación y algo más, que no hicieron otra cosa que encender y endurecer aún más su cuerpo. Rozar aquellos labios suaves y movidos por el deseo lo estaba enloqueciendo. Sin embargo, el vestido no cedía y su paciencia era nula en aquel instante, por lo que sin pensarlo, se movió hacia el frente y cogiendo ambos extremos, los jaló con fuerza hasta que la tela cedió con un sonido que perturbó la respiración de la joven. Que pasó de ser agitada a contenerla.
Su sentido común pareció regresar de golpe, justo cuando él se deshacía de los jirones que había dejado en la parte delantera.
Candice usó sus manos para hacer presión en su pecho. Repentinamente, al oír su vestido desgarrarse había recordado quién era, dónde estaba y con quién saciaba su curiosidad. Había ido demasiado lejos.
Terrance no supo interpretar la tensión de la chica y cegado por la pasión, apretó la piel desnuda de su espalda, acercando los pechos que ahora podía contemplar. Eran tan blancos como la leche con unas pequeñas aureolas rosadas.
De inmediato, quiso probarlos y tocarlos hasta emborracharse de ellos. Por lo que siguiendo los patrones de su deseo, bajó con la cara hasta besar uno, descendiendo rápidamente hacia la punta erguida.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
Fiksi PenggemarLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.