Capitulo 4

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-- Soy Lord Gradchester. -- Contubo el impulso de seguir la forma del pómulo  -- ¿Cuál es tu nombre?

-- Es.... Ca  -- Candice 
-- tartamudeo nerviosa ante la cercanía de aquel hombre. Sabía que la tocaría y el alivio que había desaparecido por completo. Odiaria cada segundo,
estaba segura.

-- Un bonito nombre. -- dio un pequeño brinco cuando el hombre tomo un mechón de su cabello para ensortijar lo en su dedo. Terrance no podía seguir reprimiendo el deseo de acercarse  -- Supongo que ya sabes para que estás aquí  -- ella simplemente asintió, dejando caer la mirada. Algo dentro de él se revolvió con incomodidad ante la apariencia tan frágil y desvalida de la chica, aunque se obligó a dejar de lado esa clase de pensamientos. Ya había pagado, y no podía echarse atrás  -- entonces... creo que ésta sería una buena forma de comenzar.  -- Sintió los temblores de Candice cuando tomó su mentón y la hizo alzar la cara hacia el. De cerca quitaba aún más el aliento, pensó.

Y dejándose nublar por el deseo que había despertado en su interior el tocar la piel suave, y se inclino para depositar un suave beso de su boca.

Candice se tenso ante el contacto y trato de dejar de estremecerse por el pánico que atacaba su vientre. Cerró los ojos, apretando los párpados y obligándose a desplazar la mente lejos de su cuerpo, así lo hacía con Elroy y le resultaba bastante bien. Él sólo retrasa la violencia, pensó, pronto comenzará a jalonearme y me hará daño. Aún su corazón saltaba bruscamente en su pecho, preso del miedo también.

Cuando los labios de ella hicieron contacto con los suyos, Terrance dejo tras toda reserva que poseía. El sólo quería besarla una y otra vez. Así que eso hizo, se dejó llevar y apretó su boca a la de ella y movió los labios hasta que logró abrirse paso, para suavemente pasar la punta de su lengua a lo largo del labios inferior.

Ante esto, Candice salto hacia atrás sorprendida y el la retuvo, asiendola con firmeza de la cintura, apegandola masa su cuerpo que comenzaba a despertarse al roce de la piel femenina, impidiéndole escapar. La rubia trato de mantenerse quieta mientras él saqueaba su boca, evitando las ganas que tenía de apartarlo. No quería esto, jamás lo querria, pero no podía hacer nada. Las lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos cuando Terrance se volvió más exigente y deslizó las manos por sus caderas y luego por sus nalgas, apegandola a la parte masculina que se presionaba contra su vientre.

Se sintió asqueada de sí misma y luchó por no llorar.

-- Respóndeme el beso, mujer.
-- exigió con voz ronca al notar que por más que la excitaba, ella se mantenía rígida contra el,sin moverse ni hacer algo.

--  Yo... no sé hacerlo  -- la voz de la chica era de terror y notó que temblaba entre sus brazos.

¿Que estoy apunto de hacer? ¿tomarla a la fuerza ?  Ante esas preguntas, la soltó como si tocarlá fuera un crimen. Y hasta cierto punto lo era. Parecía tan joven e ingenua, aunque no podía saber si sólo se trataba de una fachada. A las mujeres de su clase se les daba muy bien la actuación.

-- ¿ Cuántos años tienes?
-- preguntó observándo los estragos de sus besos en la piel pálida. Los labios se le habían hinchado y enrojecido. Contrario a lo que debía ser, el echo le agradó. Sacudió la cabeza, apartando las sensaciones de satisfacción. Ella era suya porque la había comprado, y el dejarle marcas de su pasión en su cuerpo no significaba nada.

-- Veintiuno   -- era joven, pero no lo suficiente como para que se sintiera un criminal por quererse acostar con ella. El solo era tres años mayor. Pero no quería a alguien que simplemente se dejará hacer todo y no hiciera nada,la idea lo irrita a.

La miro pensativo unos segundos, ¿y si todo era un plan? ¿y si era más experimentada que cualquiera y sólo evitaba quedarse embarazada?

-- ¿Eres virgen?  -- Noto que las mejillas de la muchacha se coloreaban y que bajaba la mirada apenada. Simplemente asintió, y un extraño instinto salvaje, se apoderó de él. Sería el primero en tocarla, el primero en su vida y no quería que alguien más la tuviera. Esa mujer era suya, y lo sería más cuando la poseyera. Sin embargo, rápido el sentido comun retornó a el. No podía creer sus palabras, no la conocía de nada e involucrar sentimientos estaba determinadamente prohibido. _ En ese caso, ¿que hacias en ese burdel?  -- interrogó con una nota burlona.

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora