Capítulo 37

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El recibimiento fue cálido, todas las personas que habitaban la casa del Lord salieron a su encuentro, demostrando lo felices que los hacía tenerla de vuelta. Incluso, creyó haber visto a Gley fisgoneando por las ventanas.

John y Emily se pegaron a sus faldas y, ni siquiera Kate con su voz de mando más dominante fue capaz de apartarlos. Candice no se quejaba en lo absoluto, su pecho se encontraba alegre y tibio. Casi podía sentir su conciencia tranquila.

Sin embargo, la algarabía de buenos deseos y excitación, cesó de pronto y la joven pudo apreciar a Pony y tras ella a Dory, con expresiones igual de serias.

La rubia percibió la mano del Lord cogiendo su cintura en un gesto protector, llevándola más cerca de sí. E internamente lo agradeció, no sabía lo que sucedería y la expectación destrozaba sus nervios. Se merecía el desplante de ambas mujeres, pero no tenía duda de lo doloroso que eso le resultaría.

- Pony... Dory- susurró con voz queda, contemplándolas.

- Terrance, qué gusto que hayas regresado con bien. - Sonrió la mujer mayor antes de besar el rostro del hombre y apretar su otra mano. Luego, su mirada se centró en las facciones de Candice. El golpe en su mejilla seguía teniendo un aspecto horrible, pero al menos, su garganta molestaba menos.

- Candice. - Soltó en medio de un suspiro. La multitud, enmudecida, contemplaba la escena.

El nerviosismo atenazó las entrañas de la joven, que no se atrevía a apartar sus ojos abiertos de Pony.

- Te extrañamos mucho. - Sonrió, para el maravilloso alivio de la rubia. - Me alegra que hayas regresado- y entonces la abrazó. - No sabes cómo te echaron de menos.

Terrance la dejó ir, seguro que su nana no se comportaría mal.

- Gracias Pony, de verdad. - La mujer le estrechó las manos, antes de apartarse con la sonrisa eterna, aunque, más pendiente de la expresión satisfecha y alegre de Terrance, cuya mirada se mantenía persistente en Candice.

Tuvo deseos de correr aplaudiendo. Sabía cómo acabarían las cosas y le gustaba mucho la idea de ser espectadora de aquella historia llena de romance.

- Dory - murmuró y a diferencia de Pony, ella no cambió el gesto severo.

- Candice. - Correspondió con voz seca, antes de dirigirle un vistazo molesto y dar media vuelta.

- ¿Qué sucede con ella? - Comenzó a oír los murmullos, aún sin despegar la vista de la figura estilizada de la castaña que se alejaba.

- Con permiso. - No esperó la contestación del Lord. Se escabulló, sosteniendo sus faldas para no tropezar mientras la seguía.

Finalmente, cuando dejaron atrás al resto de las personas y las paredes le conferían un poco de intimidad, la chica se precipitó a estrecharla con fuerzas.

- Oh, ¡no sabes cuánto me alegra que regresaras!

- Creí que estabas enfadada conmigo. ¡Casi me haces llorar! - Se quejó con un nudo en la garganta, correspondiendo el abrazo.

- Se suponía que debía estar molesta. Me engañaste ¿recuerdas? He luchado por aferrarme a ese papel para que el lord no sospechara de mí, cuando te fuiste se puso como un loco y exigía respuestas sin descanso. Charlie tuvo que decirle que me concediera un respiro.

- Lo siento - se apartó y apretó los brazos de su amiga. Se observaron por unos instantes, en los cuales sus ojos se llenaron de lágrimas. Rieron como bobas.

- ¡Sin ti y sin Luisa, ha sido todo tan aburrido! - Exhaló, secando sus mejillas con disimulo.

- ¿Dónde fue Luisa? - Interrogó con la boca abierta.

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