El sueño de Candice fue tranquilo, sin embargo, cuando la lluvia dejaba de caer al fin y la madrugada se aproximaba veloz, despertó a medias por unos momentos, en los que no tardó en recordar la maravillosa experiencia vivida con el Lord y anheló su contacto cálido. En su sopor, buscó a tientas por la cama amplia.Al percatarse de que se encontraba sola, y que el otro lado, donde se suponía debía estar su recién estrenado amante, estaba frío, despertó del todo y se incorporó. Se talló los ojos desconcertada y con una creciente angustia oprimiéndole la garganta, lo buscó por la habitación oscura.
Las velas se hallaban apagadas y sólo el hogar proporcionaba una anaranjada luz, sin embargo, Terrance no se encontraba allí.
Repentinamente desconsolada, se pasó las manos por el enredado cabello y se dio cuenta que ya no estaba desnuda, sino, que vestía una camisa perfumada de aquel hombre.
¿Acaso lo había imaginado todo? Se preguntó con pesar, con un profundo dolor en su pecho. No obstante, la aguda molestia entre sus muslos le recordó que había otorgado su virtud en un apasionado encuentro y quien la tomó no se encontraba con ella. ¿Se trataba de un juego? ¿Realmente él fingió toda esa preocupación, solo con el vil propósito de plantar su semilla en ella y poseer su cuerpo? Se aferró a las mantas que la cubrían y negó, destrozada. Trató de justificar su ausencia y pensó en que tal vez había ido a buscar algo... Terrance se portó tan gentil con ella, que no podía creer que sólo se hubiera tratado de una treta. Además, si lo pensaba bien, fue ella misma quien lo buscó, quién lo provocó.
Antes de sumirse en el desconsuelo que destruía sus cálidos sentimientos, y convertía lo anterior en una experiencia terrible, se obligó a respirar profundo y aguardar por alguna señal, quizá él no tardaría en aparecer por la puerta...
Se lo dijo tantas veces durante horas, que apenas notó que las lágrimas se acumulaban en sus ojos al notar que amanecía y él no regresaba. Se sentía tan miserable, y como una mujerzuela al encontrarse a solas en la cama del Lord. Ella había creído que se quedaría a su lado, que al despertar podrían volver a hacer el amor, que podría besar sus labios y tener fe en el futuro. Pensó que sería diferente a una vulgar amante, que significaba algo más que una yegua de cría para Terrance. Sus acciones de la noche anterior le habían dado esa impresión. Sin embargo, Candice había olvidado algo fundamental: Lord Grandchester era un seductor empedernido, no había mujer que se le resistiera y la joven había comprobado sus dotes en carne propia.
- ¿Por qué? - Se preguntó con un nudo en la garganta. ¿Por qué se había dejado llevar? ¿Por qué tenía que amarlo tanto y por qué tenía que doler de esta manera? Sus sueños de jovencita se destruyeron tan deprisa como fueron creados, y la sensación de vacío en su interior era insoportable.
La desdicha desgasto su alma y antes de que pudiera evitarlo, se encontró sollozando contra sus manos, repitiendo todo el tiempo la misma pregunta: ¿por qué?
Al cabo de una hora allí, llorando en la habitación fría, se secó el rostro, respiró profundo y alzó la barbilla. Debía superar esto y rezar por no quedar embarazada, porque pese a su deseo propio de tener un hijo, no estaba segura de querer quedarse al lado del Lord. Dudaba de poder seguir el papel de amante abandonaba después de satisfacer al señor, eso no era para ella. Aunque si lo pensaba bien... la joven tampoco lo había pasado mal. Ese tipo de reflexión ocupó su mente mientras buscaba su modesto camisón y prenda interior. Le molestaba el dolor sordo en su intimidad al caminar, porque le recordaba lo fácil que se lo había puesto y lo que más la irritaba, era el no sentir arrepentimiento alguno.
Supuso que no podía tenerlo todo, y de manera enfurruñada recogió las sábanas de la cama de Terrance, que probaban su pureza hasta la anterior noche y abandonó la recamara del Lord.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
أدب الهواةLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.