Exactamente. - Aquello fue como un balde de agua fría en la mente del Lord. Definitivamente, no esperaba esa respuesta. Contrariado, pero molesto, se apoyó en el asiento y le dirigió una última mirada antes de voltearla a otro lugar.Así fue como ambos llegaron, luego de un largo viaje, al hogar del anfitrión.
Se trataba de una finca de proporciones inmensas, con una mansión que derrochaba en detalles. A Candice le pareció excesivo, pero calló mientras bajaba del carruaje, con los nervios nublando su razón.
Deseó no soltar la mano de Charlie, puesto que la expresión del Lord distaba mucho de la amabilidad o siquiera de alguna emoción. Sus facciones estaban perfectamente tensas, dándole un aspecto arrebatador y al mismo tiempo severo, de esa clase de severidad a la que Candice temía.
Por tanto, reacia se vio forzada a aceptar su brazo. Se contuvo de aferrarlo al caminar hacia el interior, donde se distinguían las risas, las notas que los músicos producían y el ir y venir de gente.
Respiró profundo, hundiendo los hombros y tratando de hacerse pequeña. El anhelo de simplemente correr, tiraba de su razonamiento.
Observó por sobre su hombro, midiendo hasta dónde podría correr sin ser atrapada. Quizá, si ponía empeño lograría dar con la entrada.
- Ni siquiera pienses en huir. Ordenarían a los perros seguirte. - Candice tragó grueso ante la amenaza y contempló el gesto inescrutable del Lord, preguntándose con pesar a dónde había ido el encantador hombre que había conocido. Puesto, que a este, al que tenía al frente, jamás pensaría en besar o siquiera acercársele.
Inspiró y acumuló el aire suficiente como para erguirse.
- Sonríe. - Ordenó a su oído y detestó estremecerse.
No le obedeció, no podía hacerlo aunque quisiera.
De inmediato, al entrar, muchas personas se acercaron a saludarlo. De todas ellas, la mayor parte eran mujeres. Aquello no la sorprendió, ni tampoco que se portara tan galante con cada una de las féminas.
Con cierto pesar, descubrió que las jóvenes que se morían por ganar un poco de su atención, eran tan cual como Dory y Luisa las habían descrito. Despampanantes, era la palabra adecuada.
Sin embargo, al tratar de apartarse, notó que el Lord la sostenía firmemente a su brazo. El hecho la tomó por sorpresa un instante, justo el que necesitó para darse cuenta que quería que lo viera interactuando con ellas, ¿para qué más la querría ahí?
Se concentró en canalizar sus emociones, no quería sentir lo que sentía. El dolor sordo la irritaba, porque suponía o se convencía de que no le gustaba Terrance de nada, mas, había caído en su realidad de la forma más horrible posible. Prácticamente se sentía humillada por creerse merecedora de la atención de aquel hombre. No era nada, el vestido que llevaba puesto pertenecía a él, los guantes y botas eran prestados. Nada más que su propia piel era suya.
¡Basta ya! Se dijo de pronto, no iba a victimizarse ahora. Gracias a Dory, tenía una misión. Por lo que se avocó a observar el esplendor del lugar. Los adornos de vidrio, los hombres vestidos a juego que distribuían bebidas y comestibles, los finos vestidos y la galantería de los jóvenes. Seguramente, era la primera temporada de muchas chicas que buscaban marido, se preguntó si ella ya habría encontrado al suyo. Se permitió soñar un instante con el futuro alterno que habría tenido de seguir vivos sus padres. Sin embargo, esa ensoñación no tuvo demasiada vida, pues el Lord jaló, llamando su atención.
- Vamos. - Pese a su voz ruda, fue delicado al guiarla más allá del pasillo, hacia uno de los salones. Las risas de las señoras, la hicieron dar un brinco.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
FanfictionLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.