Candy se removió inquieta al oír su nombre. Había un agradable sopor sobre su mente, y realmente no le apetecía abrir los ojos. Sin embargo, quien la llamaba, persistió.- Vamos, despierta. -- Susurró la voz a su oído, haciéndola acurrucarse en un intento de seguir durmiendo. - Cariño, hoy hay demasiado que hacer. Anda... - recibió un dulce beso en la frente y sonrió. - Ah, de modo que reaccionas si te beso... - hubo un breve silencio, y ahora, estando más atenta a su alrededor, oyó el sonido de la tela contra un cuerpo. Se preguntó qué estaría haciendo. O al menos, lo hizo hasta sentir que sus hombros y pechos quedaban al descubierto y de inmediato, sin preámbulos, uno de sus pezones era besado y luego succionado.
Abrió los ojos de inmediato, conteniendo un jadeo. Al mirar hacia abajo, descubrió su expresión juguetona, mientras el extremo de su seno se perdía dentro de su boca. Ella gimió débilmente, cuando su mano atacó el otro, prodigándole unos exquisitos apretones. Su cuerpo, más sensible de lo que imaginaba, respondió de forma veloz con un repentino y ardiente calor brotando de su intimidad.
- Ya has despertado... me pregunto si será suficiente o querré verte más despierta aún
- musitó con voz ronca, sin despegar sus ojos de los verdes entrecerrados.- Esto no es... demasiado justo.
- Consiguió decir, sin rastro de la somnolencia anterior.- ¿Por qué no? Mi propósito era que abrieras los ojos y ambos disfrutamos si lo hago de este modo. - Entonces, ella cayó en cuenta de algo.
- La otra vez, me pusiste una de tus camisas, ¿por qué hoy no?
- Interrogó curiosa.- Porque así podía acariciarte más fácil. - La sencilla respuesta la hizo enrojecer. - ¿Tienes alguna objeción, mi lady? - Se acercó a su rostro, hasta que una corta distancia los separaba. Candy demoró en responder, contemplando el brillo singular con la que aquellos zafiros la escrutaban.
- Me parece que no, mi lord.
- Respondió risueña, echándole los brazos al cuello.- Buena respuesta. - Le concedió un fugaz beso antes de incorporarse, observar sus pechos y voltearse a continuación. Frunció el ceño algo desconcertada.
- ¿Ocurre algo?
- No, ¿por qué? - Él se entretenía con algo que había frente a sus narices, y que Candy era incapaz de ver.
- Es que... Mmh, nada. - Sacudió la cabeza, ocultando su decepción. No podía pedirle que volviera a hacerle el amor; habría sido toda una indecencia.
- ¿Quieres desayunar? Supongo que has de tener apetito, después de lo de anoche. - Él se comía un trozo de manzana de aspecto delicioso.
Ella sólo atinó a sentir, embobada. Sin embargo, no tardó tanto en reparar que aún no se cubría y de forma atropellada fue a coger las sábanas.
- Ah - oyó que Terry suspiraba
- es una lástima que recordaras tu pudor; la vista era estimulante. - La joven se ruborizó hasta el inicio de los cabellos, y el hombre soltó una carcajada alegre. - Ten, cariño.
- Le cedió un vaso de jugo y trozos de fruta. - No bromeaba cuando te dije que hoy será un día ajetreado.- ¿Exactamente por qué? - Se apresuró en tragar, para formular la pregunta.
- Iremos a la ciudad e iniciaremos los preparativos de nuestra boda.
Candy se quedó atónita, mientras recordaba la charla de la anterior noche, donde había aceptado ser la esposa de Lord Grandchester.
- Vaya, por tu rostro juraría que estás arrepentida. - Comentó en tono bromista, aunque se traslucía cierto nerviosismo.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
FanfictionLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.