Capítulo 21

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Yacía el vestido tirado en el piso, los lazos por otro lado, las botas y las horquillas. En el centro de la habitación, iluminada por velas, se encontraban las dos jóvenes riendo tontamente de las cosas que la otra decía. Habían estado tan inmersas compartiendo anécdotas durante horas, que ni siquiera se habían dado cuenta que ya no quedaba una gota del licor.

- Ya, pero hablando en serio- dijo Dory con voz arrastrada y conteniendo un hipido que las hizo estallar en carcajadas. - ¿Qué hay entre ustedes?

- ¿Ustedes? - Candice mordisqueó un trozo de pan, mientras jugaba con la costosa alfombra. Se sentía ligera, y bastante alegre. Además de algo insegura de su juicio, pero no le importaba, confiaba en la joven castaña.

- Ah, no te hagas - retó la muchacha, percatándose al fin que se les había acabado la botella. - ¿Te apetece más? Puedo tomarlas. Todos duermen. - Rió con las mejillas encendidas.

Para Candice, que jamás había pasado de una copa, se le antojó demasiado coger otra.

Sacudió la cabeza.

- Se darán cuenta y nos castigarán. - sonrió.

De pronto, al recordar cómo castigaba el Lord, le dieron súbitas ganas de robarlas todas o ninguna. No estaba segura.

- Vale, igual creo que ha sido suficiente. - Callaron un momento, observando las velas consumirse.

- He sido una pésima persona contigo Dory, y con todos aquí. Me la paso de mentira en mentira. - Comentó de repente Candice, con la vidriosa mirada al frente.

- ¿Qué dices?

- Eso. Soy una mentirosa.

- Candice- hipó Dory mientras se estiraba para tocar la mano de la rubia que parecía taciturna de pronto. - No eres una mala persona. Todos tenemos secretos.

La joven tomó una decisión en aquel momento. Inhaló aire y se preparó.

- No soy una campesina, ni una criada ni nada de eso. Mis padres eran adinerados y yo solía ir a bailes como los que te conté hoy.

Dory se incorporó, viéndola con la boca entreabierta.

- ¿Quieres decir que eras de la nobleza?

Candice asintió, con una repentina sensación de mareo recorriéndola, ¿estaba haciendo bien en contarlo?

- Sí, algo así. Mis padres lo eran, y se suponía que debía seguir el mismo camino- sintió que los ojos le ardían, mirar al pasado era incluso más doloroso de lo que había pensando en un inicio. - Pero no fue así.

- ¿Qué pasó? - Dory cogió nuevamente la mano de la chica.

- Ellos murieron y quedé a cargo de mi abuela. No fue buena, jamás quiso que mamá se casara con mi padre, porque decía que era un hombre pobre, un bastardo sin aspiraciones. Lo odiaba sólo porque no tenía el dinero que su hija, pero mi abuelo lo aprobó. Al poco tiempo de nacer yo, mi abuelo murió y jamás la vieron otra vez. Desapareció de la vida de mamá para siempre, aún más que después de casarse. - Candice inhaló, recordando y superando las palabras cargadas de odio que ella le dedicaba siempre. - Elroy jamás me amó, pese a que mi padre construyó su propio imperio, ella lo despreciaba y como me parecía a él, me aborrecía. - La rubia notó cómo una lágrima salía de sus ojos y la secó con rapidez. - Me hizo vivir un infierno. Entonces yo sólo tenía diez años. Los primeros, no fueron tan malos... pero luego, cuando lo perdió todo en el juego clandestino, nos echaron de la casa de la ciudad porque la había perdido y desde aquel momento todo fue peor. Tuve que trabajar lavando ropa, cosiendo, tocando en bares... perdí mi infancia el mismo día que perdí a mis padres. - Apreció el apretón de la mano cálida y se obligó a continuar, debía sacarlo, tenía que hablar.

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