Capítulo 46

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Y así fue, apenas se subieron al carruaje, comenzaron a intercambiar palabras sobre travesuras que realizaban en la infancia, cuya mayoría eran aportes del Lord pues la joven había olvidado los detalles. Sin embargo, para cuando se acercaban a la ciudad, la charla se tornó más profunda.

Él le preguntó por sus motivos para escapar, y Candy  se los aclaró, sintiéndose bastante ridícula al exponerlos en voz alta. Mas, si Terry pensó algo similar, no lo manifestó y mantuvo una expresión desenfadada, acariciándole la mano con la yema de sus dedos en todo momento. Aquello supuso un alivio para la joven, ya que significaba un cabo menos que atar en esa lista de pendientes.

— Finalmente, mi escapada no tuvo ningún resultado. — Suspiró sin despegar la vista de las manos entrelazadas.

— Sólo darme un susto de muerte, hacerme entender cosas y dejarme sentir cómo sería no tenerte a mi lado. — Ante la vehemencia de la confesión, Candy alzó la mirada.

— Mi intención era evitar enamorarme.

— Bueno, por esa parte, creo que no obtuviste resultados favorables.

Rieron, pero, las carcajadas quedaron silenciadas por el traqueteo constante de la calesa.

— Si me lo permites… quisiera preguntar sobre los motivos que te llevaron a abandonarme después de nuestra…—carraspeó. — primera noche.

Reinó el silencio durante unos segundos.

— Fui a buscar información sobre Elroy.  — Habló por fin, con una voz que denotaba el esfuerzo que ponía en mantenerla tranquila. — Y cariño, no sabes cómo me arrepiento de haberme ido.

— Sí, bueno, sigo creyendo que fui muy blanda respecto a eso, así que mejor no me lo recuerdes. — Sentenció con tono gracioso, pese a la súbita angustia que despertó la mención de su abuela.

Él sólo esbozó una sonrisa.

— Tranquila, cariño, ella no volverá a molestarte. — Aquel comentario la dejó atónita.

— ¿A qué te refieres exactamente?

Su expresión debió ser cómica, pues el varón soltó una carcajada.

— No la mandé matar, si es lo que piensas.

— Yo no…

— Tu expresión decía precisamente eso —agregó aún sonriendo, provocando un repentino rubor en la joven.
— Sólo llegamos a una especie de acuerdo.

— ¿Acuerdo?

— Me contó toda la historia, detalle por detalle y he de reconocer, pese a mi honor, que habría levantado la mano contra esa mujer. Es simplemente…..

— Detestable.  — Completó Candy.

— Admiro tu capacidad de sobrellevar su pesada carga.
— Ella no supo qué replicar, ni tampoco si debía sonreír; de modo que permaneció quieta, aguardando la continuación.

— Aceptó marcharse de la ciudad y sus alrededores, yo mismo la escolté hasta una embarcación.

— ¿Qué?   — estupefacta, contempló al hombre de ojos azules.

— Cierra esa bonita boca, amor, o no me hago responsable.

— Tú… ella… ¿simplemente se marchó? — Rápido, comenzó a razonar.

— ¿Le ofreciste una cuantiosa suma, no?

— ¿Importa?

— Desde luego, mi lord. Esa mujer es una desvergonzada y avara, seguramente aceptó el trato sólo cuando el dinero fue mencionado. — Bajó la mirada— lo siento tanto.

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora