- Lamentamos lo de esta mañana, no fue intención de mi esposo interrumpir. - Declaró Priscila, en un tono que hizo enrojecer a la joven.- Mejor dejemos el tema como está. No quiero que vuelvan a titularme como el salvaje del día. - La inesperada broma del Lord, hizo reír al matrimonio, pero no a Candice, que carraspeó incómoda. No la llenaba de dicha que personas ajenas la vieran en esos asuntos.
- Bueno- habló Alberth, retorciendo sus manos sobre la mesa y mirando a continuación a la rubia. - Ya que terminamos la fase introductoria... iré directo al grano- la contemplación se volvió más intensa y Candice aferró el cubierto en su mano con más fuerza de la necesaria. - ¿Qué harás? - Interrogó entonces. Era consciente de que todos la veían y estaban al pendiente de lo que su boca dejaría salir.
Le dio otro trago a la infusión de hierbas que la cocinera le había preparado, y se relamió los labios.
- Volveré con el Lord. - Afirmó con aplomo. - Y no piensen que soy una malagradecida, es sólo que... creo que aún quedan cosas pendientes allí. - Se limitó a decir, ignorando el revoloteo en su estómago. Sabía perfectamente bien que al regresar, estaba aceptando más de una cosa. Y eso, incluía convertirse en la amante de Terrance. No sabía si podría lidiar con eso, pero iba a intentarlo. Quizá, si Dios quería... él llegaría a sentir lo mismo que ella.
Los ojos de ambos se encontraron por unos segundos, y Candice tuvo más fe en su decisión. Algo le decía que era lo correcto, y confiaría en su instinto.
Y de ese modo se hizo. Luego del desayuno, la joven empacó sus cosas con ayuda de Lulú y otras mujeres, que le dijeron lo mucho que la extrañarían por allí; gracias a ella habían conocido la paz junto a la revoltosa Kelly.
La rubia, tuvo que reconocer que pese al tiempo que llevaba allí y lo bien que las cosas se desarrollaron durante su estancia, se encontraba ansiosa de regresar. Y no sólo por el Lord, también por Pony, Kate, Gley y Dory... oh, tenía muchos asuntos que hablar con su amiga.
Cuando finalizó de meter sus pertenencias dentro de una valija, abrazó a cada una de las chicas que derramaron un par de lágrimas.
Sólo al abrazar a Lulú, soltó unas cuantas.
- ¿Ya estás lista, mi lady? - Se sobresaltó al oír al Lord. No lo había oído entrar, por lo que se apresuró en secar las mejillas y asentir.
- Sólo me falta despedirme de Kelly. - Sabía que aquello sería lo más duro, le había tomando un cariño anormal a la pequeña, y le dolía tener que dejarla. Sin embargo, se arrepentiría toda su vida si no se arriesgaba esta vez, y dejaba pasar la oportunidad. Realmente, se encontraba exhausta de desperdiciar el tiempo con lamentos.
- El carruaje ya está aquí. - Le anunció, con la mirada tranquila y una media sonrisa. Terrance no había hecho nada para ocultar su satisfacción al oír la decisión de la joven.
- Se ve usted muy complacido, mi lord. - La curvatura de sus labios se acentuó.
- Me gusta cuando lo dices. - Susurró y de pronto, se acercó al oído de Candice, cuya respiración se detuvo al sentirle. - Y podría demostrarte cuán complacido estoy con tu elección. - El beso a su piel, le erizó los vellos e hizo que su cuerpo hormigueara en ciertas zonas.
- ¿Aún ni se van y ya te aprovechas de su ingenuidad? Creo que estoy obrando mal al dejarla marchar. - Bromeó Priscila, aunque saber que se trataba de una bufonada no evitó que ella se sintiera avergonzada.
- Por favor. - Musitó con voz ronca, incómoda por haberse vuelto el foco de burlas. Y como si eso no bastara, el Lord la cogió por la cintura con un brazo, mientras con el otro sostenía la maleta.
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LA NIÑA DE MIS SUEÑOS
FanfictionLos personajes de Candy Candy no me pertenecen son de sus creadoras Keilo Mizuki y Yuriko Igarashi.