Capítulo 36

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- Lamentamos lo de esta mañana, no fue intención de mi esposo interrumpir. - Declaró Priscila, en un tono que hizo enrojecer a la joven.

- Mejor dejemos el tema como está. No quiero que vuelvan a titularme como el salvaje del día. - La inesperada broma del Lord, hizo reír al matrimonio, pero no a Candice, que carraspeó incómoda. No la llenaba de dicha que personas ajenas la vieran en esos asuntos.

- Bueno- habló Alberth, retorciendo sus manos sobre la mesa y mirando a continuación a la rubia. - Ya que terminamos la fase introductoria... iré directo al grano- la contemplación se volvió más intensa y Candice aferró el cubierto en su mano con más fuerza de la necesaria. - ¿Qué harás? - Interrogó entonces. Era consciente de que todos la veían y estaban al pendiente de lo que su boca dejaría salir.

Le dio otro trago a la infusión de hierbas que la cocinera le había preparado, y se relamió los labios.

- Volveré con el Lord. - Afirmó con aplomo. - Y no piensen que soy una malagradecida, es sólo que... creo que aún quedan cosas pendientes allí. - Se limitó a decir, ignorando el revoloteo en su estómago. Sabía perfectamente bien que al regresar, estaba aceptando más de una cosa. Y eso, incluía convertirse en la amante de Terrance. No sabía si podría lidiar con eso, pero iba a intentarlo. Quizá, si Dios quería... él llegaría a sentir lo mismo que ella.

Los ojos de ambos se encontraron por unos segundos, y Candice tuvo más fe en su decisión. Algo le decía que era lo correcto, y confiaría en su instinto.

Y de ese modo se hizo. Luego del desayuno, la joven empacó sus cosas con ayuda de Lulú y otras mujeres, que le dijeron lo mucho que la extrañarían por allí; gracias a ella habían conocido la paz junto a la revoltosa Kelly.

La rubia, tuvo que reconocer que pese al tiempo que llevaba allí y lo bien que las cosas se desarrollaron durante su estancia, se encontraba ansiosa de regresar. Y no sólo por el Lord, también por Pony, Kate, Gley y Dory... oh, tenía muchos asuntos que hablar con su amiga.

Cuando finalizó de meter sus pertenencias dentro de una valija, abrazó a cada una de las chicas que derramaron un par de lágrimas.

Sólo al abrazar a Lulú, soltó unas cuantas.

- ¿Ya estás lista, mi lady? - Se sobresaltó al oír al Lord. No lo había oído entrar, por lo que se apresuró en secar las mejillas y asentir.

- Sólo me falta despedirme de Kelly. - Sabía que aquello sería lo más duro, le había tomando un cariño anormal a la pequeña, y le dolía tener que dejarla. Sin embargo, se arrepentiría toda su vida si no se arriesgaba esta vez, y dejaba pasar la oportunidad. Realmente, se encontraba exhausta de desperdiciar el tiempo con lamentos.

- El carruaje ya está aquí. - Le anunció, con la mirada tranquila y una media sonrisa. Terrance no había hecho nada para ocultar su satisfacción al oír la decisión de la joven.

- Se ve usted muy complacido, mi lord. - La curvatura de sus labios se acentuó.

- Me gusta cuando lo dices. - Susurró y de pronto, se acercó al oído de Candice, cuya respiración se detuvo al sentirle. - Y podría demostrarte cuán complacido estoy con tu elección. - El beso a su piel, le erizó los vellos e hizo que su cuerpo hormigueara en ciertas zonas.

- ¿Aún ni se van y ya te aprovechas de su ingenuidad? Creo que estoy obrando mal al dejarla marchar. - Bromeó Priscila, aunque saber que se trataba de una bufonada no evitó que ella se sintiera avergonzada.

- Por favor. - Musitó con voz ronca, incómoda por haberse vuelto el foco de burlas. Y como si eso no bastara, el Lord la cogió por la cintura con un brazo, mientras con el otro sostenía la maleta.

LA NIÑA DE MIS SUEÑOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora