38

1.5K 157 38
                                    

“Te tuve de frente y eso era lo único que necesitaba para sentirme viva”

Fue tanta la impotencia que ya no pude llorar.

Todos a mi alrededor habían terminado muertos.

No tenía a dónde ir.

Jay estaba colgado en el ventanal.

Analis ya no me hablaba.

Nick se había ido.

Black y Klaus estaban muertos. 

Corrí tanto que ya no sentía mis piernas, mi respiración estaba agitada, las manos temblorosas y sudaba frío. La brisa estremeció todo mi cuerpo y me abracé a mi misma.

Di un paso más y estuve al límite del abismo, una caída desde aquí arriba era imposible sobrevivir.

Solté todo el aire que tenía reprimido en los pulmones.

Mi mano fue en busca de su marca, el tatuaje de mi piel que gritaba que era de su pertenecían. Me quemaba por dentro, ya no quería continuar.

No te rindas Roma.

Ya no puedo.

Saqué el teléfono y marqué el número de Analis.

—¿Si? —contestó enseguida.

—Te quiero muchísimo, rubia.

—¿Roma, estás bien?

—No, no lo estoy.

—¿Dónde estás?

—Ya es demasiado tarde.

Colgué, esa había sido mi manera de decirle adiós.

También opté por llamar a Nick, pero no me contestó y decidí dejarle un mensaje de voz.

—Tenía que haberte dicho lo mucho que te quería cuando estabas aquí, al parecer es cierto. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, yo no quería perderte Nick, pero pedir que te quedaras sería tu sentencia de muerte. No podía hacerte eso.

Arrojé el teléfono al vacío, en cuanto entraba una llamada de Analis.

Lo tenía claro, mi tiempo aquí había acabado. No había vuelta atrás, cerré mis ojos y tomé una última bocanada de aire.

Me sobresalté con el ruido del motor de un carro, me volteé y las luces me hicieron flaquear di un paso en falso y entonces ocurrió.

Caí.

Unas manos me tomaron con fuerzas y mis pies se apoyaron en una roca.

—No puedes morir, Roma —reconocí esa vos al instante.

Con la ayuda de mis piernas y la fuerza con la que Valu tiraba de mis brazos caímos de espalda contra el césped.

—¿En qué carajos estabas pensando?

—Ya no puedo más.

—¿Tanta batalla para rendirte ahora?

—Se acabó, Valu —paso saliva—. No soy fuerte, no puedo seguir con esto.

Valu sonríe de lado y niega con la cabeza.

—Hay una persona que quiere verte, Roma —me confesó—, pero antes haremos todo lo que me pidió y no podemos cometer ni un solo error.

Fruncí el ceño.

—Le conoces —fue más una acusación que una pregunta.

—En el fondo siempre sospeché de él —confiesa.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora