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"Arruina mi vida, más de lo que ya está. Si total"

—Maldición —me quejo, en lo que me estiro con todas mis fuerzas para alcanzar el libro del estante—. Un poco más y...

Mi vida pasó por completo frente a mis ojos, creí que iba a caer contra el suelo y perder todos mis dientes, pero como una buena película romántica un chico me salvó. Lo malo fue que terminamos ambos en el suelo.

Nunca lo había visto, tenía los ojos y el cabello oscuro. Su mirada era inexpresiva y sus carnosos labios estaban entre abiertos.

Para rematar el libro nos cayó encima golpeando mi cabeza, haciendo que me pegara más a su rostro. 

—Lo siento —balbuceo y me pongo de pie—. ¿Estás bien?

—Estoy bien —asegura y me sonríe.

—¿Eres de aquí? —pregunto. Definitivamente, no tenía pinta de ser de aquí, todo en él era un misterio sin resolver. 

—Me llamo, Black. Soy nuevo en el pueblo —estiró su mano, para saludar y le ignoré—. Comencé a trabajar aquí —agrega un poco incómodo.

—Adiós —me volteo con la intención de irme y su voz me detiene.

—¿No vas a comprar el libro?

Casi lo olvidaba.

Black tenía el libro en su mano y me lo pensé varias veces antes de agarrarlo y alejarme de él.

—¡Roma! —una mano en mi hombro hace que me sobresalte.

Estoy sentada en el comodín de la habitación, tengo el cabello mojando y estoy envuelta en una toalla. En la mano tengo un secador y miro el reflejo de mi amiga en el espejo.

—¿En qué piensas? —pregunta con la frente arrugada—. Te quedaste ida unos segundos... 

—Estaba recordando algo que ocurrió el 28 de diciembre —confieso.

—¿El día de mi cumpleaños? —volvió a hablar—. Ese día conociste a Black, en la librería...

Asiento e intento tragar el nudo que se forma en mi garganta.

Black sigue molesto conmigo por Jay y no quiere saber nada de mí, lo peor es que no dejo de pensar en él, ni un solo segundo.

—Te estás consumiendo de a poco —Analis se acerca—. No me gusta verte así.

—Ya, a mí tampoco me gusta, pero lo que no voy a permitir es que las próximas rosas tengan sangres del chico que me gusta.

—Roma, ya no sé qué...

—No pasa nada —le interrumpo y comienzo a vestirme para ir a trabajar. Nick debe estar esperándome.  

Termino de arreglarme y salgo de la casa con la escusa de ir a trabajar al restaurante, cada que salgo me dicen que tenga mucho cuidado. Ya estoy cansada de esta vida. 

Hace frío, y me abrazo con fuerzas en lo que camino hasta la calle donde me espera Nick. Me subo en el auto y planto un beso en su mejilla.

—¿Preparada para convertirte nuevamente en diosa?

—Nunca he dejado de serlo —murmuro y pongo los ojos en blanco.

Nick sonríe de lado en lo que pisa el acelerador y me lleva hasta mi destino. El club ya había abierto y el espectáculo estaba en marcha. Tuve que correr y vestirme de prisa para ser la seductora Edén.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora