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"Tengo miedo de perderte por culpa de quererte"

Abro los ojos lentamente, la cabeza me duele y lo primero que veo es una cabellera rubia que me tiene tomada de la mano. Recostado a la pared se encuentra Jay con las manos metidas en los bolsillos. Me incorporo con torpeza y noto que tengo el cabello húmedo y un pulóver del castaño.

La imagen de mi cuerpo cayendo al vacío, y el agua abrazándome por completo. La suavidad de sus labios sobre los míos, la calidez de sus brazos tocando mi piel, la magia del momento hasta qué...

Eres extremadamente bella, Roma.

Era él y lo único que no recordaba era su maldito rostro.

—¿Estás bien? —Analis apretó mis manos y Jay se acercó al verme despierta— ¿Dime, lo que ocurrió?

—Él... —balbuceo. No podía ni hablar con claridad— Él, estaba aquí, el asesino de mi familia...

—Sabemos que está aquí —mi amiga puso su boca en línea fina.

—¿Cómo sabes que está aquí? —mi mirada viajó entre los dos. 

—La policía está abajo y tengo un cuerpo desangrándose en la bañera —bufa Jay con desdén— Y una puta rosa con sangre en la puerta.

Trago en seco.

—Esto no va a acabar nunca —protesta Analis.

—¿Sabes quién es? —Jay se pasó las manos por el rostro—. ¿Al menos pudiste verlo?

Recuerdo su manera de besarme, pero su rostro...

—Es como si me hubieran borrado su rostro de mi cabeza —confieso.

Me molesta la idea de no recordar quién coño era, cuándo su respiración se mezcló con la mía.

—Normal, te encontramos inconsciente en la piscina, de no ser por ese chico, Klaus, ahora no estuvieras aquí.

—Voy a ver cómo están las cosas por allá abajo —el chico me regaló una media sonrisa y me besó la frente antes de salir.

Analis frotó sus brazos al quedarnos solas.

—¿A quién..?

—Wendy —negó con la cabeza— Solo tenía dieciocho años y ahora está muerta. Joder.

—Estuvo a centímetros de mí —mi voz se rompe, sin poder evitarlo—. No recuerdo su rostro... No soy capaz de recordar nada...

—Hey, tranquila. Habías bebido mucho y caíste a la piscina. Es imposible que recuerdes quien era.

También lo besé y su voz había erizado todo mi cuerpo.

(***)

Pasó una semana en lo que yo me dediqué a estar encerrada en la casa sin saber nada del mundo exterior, Black no quería saber de mí, según Analis era porque estaba celoso por cuenta de Jay, pero aceptar mis sentimientos sería ponerlo en riesgo.

Ya me quedaban pocos días para comenzar con el trabajo, pues el club estaba a punto de abrir nuevamente y todos habían olvidado el asesinato en dicho lugar y el de casa de Jay.

La vida continuaba mientras yo seguía recibiendo mensajes del asesino.

—¿Aún no te has cambiado? —Analis puso sus manos en jarras.

—No quiero ir —pongo los ojos en blanco—. De seguro Black estará ahí.

—Ya —chasquea la lengua—. En algún momento tendrás que verlo.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora