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"No provocas nada en mí cuando te miro, no eres él"

—¿Cómo te sientes?

—Ahora que estás aquí mejor.

Ruedo los ojos y me acerco.

—¿De verdad estás bien? —vuelvo a preguntar.

—Que si, Roma. No te preocupes —toca el espacio vacío en la camilla—. Ven aquí.

Sonríe de lado y es que me pierdo.

Doy pasos torpes y me acerco con cuidado para no lastimar su herida. Ofrece su brazo y mi cabeza descansa en su pecho.

—Daría lo que no tengo por tener está tranquilidad toda la vida —suelto y cierro los ojos. 

Sus dedos acarician mi cabello, su pecho sube y baja lentamente, mis piernas se cruzan con las suyas y apoyo la palma de mi mano en su corazón.

—¿Conmigo? —indaga en un susurro y paso saliva.

—Contigo, Black. 

Si lo único que quiero eres tú.

—¿Qué te detiene? —juega con un mechón de mi cabello y su mano libre rodea mi cuerpo—. Ahora estamos juntos.

—No quiero hablar de ello.

—Roma —pronuncia mi nombre con seriedad y es inevitable que todo mi ser reaccione—. Al menos prométeme que no vas a estar con nadie. Por favor.

—Con el único que quiero estar es contigo, pero mira dónde estás por mi culpa —respondo bajito—. No me perdonaría si algo te pasase.

—No me va a pasar nada, te lo prometo —asegura. Quiero creerle, pero sé que no es nada fácil—. Solo no me rompas el corazón y si lo tienes que hacer porque no queda de otra reconstrúyelo, por favor.

***

Nick me mira sonriente recostado a la pared del fondo, la música me obliga envolver mis piernas a la barra, mi cabello cae en cascada en lo que doy vueltas en el aire con los brazos extendidos. Sonrió con los labios rojos carmesí, me deslizo hasta el suelo y abro mis piernas en lo que paso mis dedos por la curvatura de mi cuello y me pierdo en el inicio de mis pechos.

La música termina y dejo a todos los viejos anonadados. Bajo de la tarima y ya Nick me esperaba, me ofrece la bata en lo que cruzo mirada con Jules que anda de baboso detrás de una chica y ella le ríe todas sus gracias con tal de conseguir un poco de dinero.

—Al menos cambia esa cara —Nick pasa un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja.

—No lo soporto.

—Yo creo que el sentimiento es mutuo, pero no puedes hacer mucho.

Carraspean a mi espalda y me volteo para encontrarme con mi jefe. Lleva un traje caro y un porro entre sus dedos.

—Ven a mi despacho —pide y sigue de largo.

A mala gana le sigo en silencio por los pasillos, los zapatos de tacón hacen eco. Jules abre la habitación y va directo a sentarse detrás de su escritorio. Apoya los codos sobre la superficie de madera y levanta una de sus cejas.

—Toma asiento, Roma. 

—Edén, llámame Edén.

Me mira con hastío y se pasa la mano por su canoso cabello.

—Me hacen una oferta muy buena.

—¿Y a mí que?

—Me ofrecen muchísimo dinero por pasar unas horas a solas contigo.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora