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"Estoy fantaseando con la idea de que me cojas, ven y termina con esta tortura"

Llevé mis manos a los ojos y me los refregué con fuerzas, la cabeza me seguía doliendo y la claridad del día me molestaba. Hice un intento de recordar lo ocurrido horas antes y mi mente parecía estar borrada. 

Me incorporé y estaba sentada en medio de la nada. Las personas me miraban horrorizadas, analicé el lugar y era un parque público. 

¿Cómo carajos llegué aquí?

Con torpeza intenté moverme y sentí como la piel me ardía bajo la tela de mi ropa. Alcé mi pulóver y me encontré con trazos rojizos que conformaban unas rosas iguales a las del asesino.

Ahora en mis costillas tenía su marca, sus rosas manchadas de sangre.

Evidentemente, me habían drogado con algo porque seguía sin recordar cómo llegó eso ahí y yo a este sitio.

Lo peor de todo fue ver mis propias manos manchadas de sangre y a mi lado una mochila, opté por revisar su interior y terminé tirándola al suelo.

Más sangre, más rosas blancas manchadas y un jodido cuchillo.

—¿Te encuentras bien? —un chico intentó acercarse con el teléfono en el oído—. Ya llamé a la policía. ¿Estás bien?

Me mantuve en silencio, solo lo miré y él se alejó unos pasos.

—¿Te puedo ayudar en algo?

—Dentro de la mochila hay un cuchillo —suelto con lágrimas en mis ojos—. ¿Lo puedes tomar y enterrarlo en mi pecho?

El pobre abrió los ojos junto a su boca con cara de espanto.

Una patrulla no tardó en llegar y me llevaron esposada hasta la comisaría más cercana.

Esto era lo que nos faltaba.

—Tienes derecho a realizar una llamada.

***

Si en algún momento me hubieran dicho que iba a terminar tras las rejas, jamás me hubiera imaginado que sería por culpa del asesino que ha acabado con mi vida. Me parece absurdo.

—¿Me puedes explicar cómo carajos terminaste aquí? —Miguel se pasó las manos por el rostro.

Se me hacía raro verlo de traje y corbata, pero en estos momentos era el único abogado que conocía.

—No lo sé —me acomodo en la silla de interrogatorio y las esposas suenan entre ellas—. Desperté en medio del parque con la mochila, las rosas, el cuchillo y la sangre, pero no sé cómo.

—Roma si quieres que te saque de aquí tienes que ayudarme —su mano cubrió la mía y puso su boca en línea fina—. ¿Recuerdas algo más? Al menos dime lo último que recuerdas.

—Analis me propuso ir a la cafetería. Cuando llegamos la dejé en el mostrador pidiendo y yo fui unos segundos al servicio —omito el hecho de que me había visto con Black—. Volví y ya estaba en la mesa junto a ustedes, tomé mi café y discutí con Jay. Tú estabas ahí, lo viste todo.

—¿Qué pasó cuando saliste corriendo detrás de Jay?

—La cabeza me comenzó a doler mucho... —intento recordar, pero no funciona—. No lo encontré, ya se había ido, creo que una chica me ayudó a...

—¿Qué chica?

—No lo sé ¿Vale? No recuerdo nada. La chica salió de la nada se ofreció a ayudarme y lo próximo que recuerdo es despertar con un tatuaje que cubre todo mi costillar. Joder, en mi sano juicio me haría algo así.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora