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"Muerte no te lo lleves, él es lo único que me mantiene cuerda"

—Siento mucho lo que acabas de ver —Analis entra al rato con el cabello enmarañado y las mejillas ruborizadas—. Pensé que ibas a llegar más tarde.

—No pasa nada —pongo mi boca en línea fina y me tiro en la cama.

—¿Ocurre algo?

—Pues digamos que respiré y terminé follando en un baño.

—¿Con Jay?

—No.

—¿Con Black? —su boca se abrió en forma de "O"—. No me lo puedo creer.

—Tampoco fue con él —confesé.

—Roma...

—Con Klaus.

—No me lo puedo creer —saltó de una sobre mí—. ¿Cómo así?

—No quiero hablar de ello —negué—. Me voy a dar una ducha, necesito refrescar.

—Ya me dirás todos los detalles —acercó sus manos e hizo una medida en lo que me guiñaba el ojo.

La casa se llenó de personas en un abrir y cerrar de ojos, la música retumbaba entre las paredes, no se podía ni caminar, me llevé el cigarrillo a los labios y di una calada con la vista fija en la puerta. Él no había llegado.

Solté humo gris en cuanto la puerta se abrió y la melena oscura quedó a la vista. Iba completamente de negro y los hombros caídos, saludó a varios chicos y tomó una bebida.

Dudé en acercarme.

Opté por seguir fumando en un rincón, apartada hasta que Analis me encontró y me arrastró hasta el jardín.

—No quiero estar aquí —me cruzo de brazos y pongo mala cara.

Sentados en círculos estaban todos, desde Jay con una sonrisa pícara, Klaus escondiendo sus brillantes ojos tras unos lentes, Black tenía la vista fija en la nada, otra chica que no conozco sentada con las piernas cruzadas y Miguel se había acabado de ir anunciando que iba a por más bebida.

—Juega con nosotros —Analis me sentó en el suelo y puso sus manos en mis hombros—. Alégrate un poco la vida.

—Bien. 

Jay me sonrió y se pasó las manos por el cabello antes de darme un vaso con bebida. Se acercó para besarme y volteé la cara. Sus labios quedaron pegados en mi mejilla. Black lo fulminó con la mirada y el carraspeo de Analis nos salvó del momento incómodo.

—Seguimos jugando.

La chica pasaba su vista de mí a Black y se quedaba segundos sobre él. A leguas se notaba que le interesaba y él no le prestaba atención.

—Yo nunca me he acostado con ninguno de los presentes —habló la morena por primera vez en la noche y la odié como nunca he odiado a nadie.

El primero en beber fue Jay con una sonrisa de triunfador, pasé saliva en lo que Klaus se dio un trago y Black abrió los ojos con sorpresa, incluso decepción.

—Roma —la chica pronunció mi nombre.

Me cago en la puta. 

Me di un trago confirmando todo.

Jay frunció el ceño y Black se levantó de golpe. Otra vez volvemos a lo mismo. Klaus se metió las manos en los bolsillos y me miró como suplicando una disculpa.

—¿Les apetece..? —Analis intentó agregar algo, pero le corté.

—No empeores la situación. 

Salí en busca de Black, me importaba poco lo que pensaba era resto. Yo lo que necesitaba era hablar con él.

—Black —llamé, pero siguió con su paso—. Por favor, Black.

Tuve que correr para alcanzarlo y lo tomé del antebrazo.

—Espera —lo giré sobre sus pies.

—¿Para qué? ¿Me vas a hacer un dibujo de como te los follas?

—No...

—Joder Roma, es que al parecer te follas a medio pueblo menos a mí.

No pude evitarlo que mi mano impactara contra su cara.

—¡No hables de lo que no sabes! —vocifero y paso saliva—. No estoy contigo porque eres el único que me importa de verdad, no puedo encontrar una rosa con tu sangre.

—Deja el trauma, Roma —se pasó las manos por el cabello—. Ya me tienes aburrido con el dichoso asesino. Yo veo a Jay perfectamente y a Klaus ni te digo.

—Black yo...

—Tú, nada. No eres la víctima de esta historia.

No dejó que me acercara ni mucho menos que lo tocara. Siguió con su paso y se perdió entre la oscuridad.

Black era todo lo que quería y lo estaban perdiendo.

Por estúpida y caliente. Lo de Klaus era innecesario.

Me aparté de todos, no logro hacer nada bien, siempre termino lastimando a las personas que realmente quiero. 

Limpio con el dorso de mis manos las lágrimas que se deslizan por mis mejillas. Odio ser débil. Mi pecho sube y baja con rapidez, quiero mantener la compostura, pero acabo perdiendo el control de mi cuerpo. Asco de vida. Comienzo a temblar en lo que mis piernas flaquean y caigo de rodillas al suelo. El dolor es una leve señal de que me hice daño.

Estoy mordiendo mi lengua y la boca me sabe a sangre, el gusto metálico baja por mi garganta y cierro los ojos. Ya no siento la música es como si todo se hubiera detenido. Sola, apartada y miserable, así me siento.

Me refrego los ojos con las palmas de mis manos y tiro de mi cabello con fuerzas.

Alguien pone su mano en mi hombro y me volteo lentamente para encontrarme con una chica desaliñada, tiene las mejillas negras por culpa del maquillaje corrido y las lágrimas que brota. Su cabello está desordenado y el labio le tiembla.

—¿Estás bien? —logro levantarme y arreglar mi cabello.

La chica tiene los hombros caídos y una de sus manos está escondida detrás de su espalda. 

—Bien no estoy, pero mejor que tú de seguro si —solloza—. Lo siento muchísimo, si no lo hago puede que termine muerta.

—¿De qué hablas? —arrugué la frente.

—Él me dijo que te diera esto.

—¿Quién? Te juro que como sea una broma pesada...

—No pude ver su rostro —agregó—. Solo toma esto.

Sacó la mano que tenía escondida y en ella llevaba una rosa manchada de sangre que soltó en mi mano.

—¿Quién te dio esto? —la tomé del antebrazo.

—Por favor déjame ir —suplicó.

Observé como se iba corriendo, desorientada. Fue entonces cuando note el ruido proveniente del exterior, los gritos y los murmullos. Me sacudí las rodillas y salí corriendo. El corazón se me detuvo.

En la calle había una ambulancia junto a una patrulla, estaban apartando a los chicos y en lo único que me concentré fue el cuerpo tendido en una camilla. Era tanta la sangre que no podía ver de quién se trataba.

Estaba helada. Unos brazos me rodearon y me quedé estática al ver a Analis y Miguel. Brindando su apoyo.

—¿Quién es? —pregunté e intenté pasar saliva—. Dime por favor...

—Roma —mi amiga pronunció lentamente y noté que tenía los ojos rojos—. Tu mano.

La rosa blanca seguía entre mis dedos, la sangre goteaba y yo estaba manchada de rojo carmesí. Parecía una loca frenética y las personas me comenzaron a mirar extraño. 

—¡Dime de una vez a quién fue!

—A Black.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora