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"Soy tu único error, pero también soy extremadamente bella ante tus ojos"

Había llegado la hora de la verdad. Iba a estar cara a cara con él y está vez lo iba a recordar. No como el beso en la piscina que lo único que recuerdo es la manera en que sus labios devoraban los míos. Hoy lo veré y su rostro quedará grabado en mi memoria para siempre. 

—¿Estás lista? —pregunta el oficial y asiento. 

Abre la puerta con sumo cuidado y entra antes que yo. La habitación tiene una mesa y dos sillas, en una de ellas había un chico esposado que no había visto en la vida. Tenía la cabeza gacha y los mechones rubios le caían en cascada sobre su frente.

Mi acompañante carraspeó su garganta y el chico levantó la vista.

Sus ojos azul claro se posaron sobre mí, tenía una pequeña cicatriz en su pómulo y los labios entreabiertos. Su mirada era inexpresiva, estaba perdido.

—¿Lo reconoces?

—No —paso saliva—. ¿Cómo sabes que es el asesino?

—Lo encontramos afuera de una casa —explica—. Tenía un pasamontañas y en la mochila un cuchillo, junto a flores blancas.

Él no era. 

Simplemente, había algo en mi interior gritando con todas sus fuerzas que no era él.

—¿Qué soy? —suelto sin más y ambos fruncen el ceño.

—¿Qué hace? —pregunta el oficial y me coloca una mano en el hombro—. Esto ha acabado hoy, puedes ser feliz.

—No —insisto y voy directo hasta el sospechoso—. Dime qué soy.  Dime qué soy para ti.

—Eres mi única sobreviviente —dice tan tranquilo—. Ni siquiera sé en qué estaban pensando cuando no terminé contigo. 

No es él.

Esa no hubiera sido tu respuesta.

Te conozco, muy en mi interior lo hago.

—No es él —aseguro y apoyos mis manos en la superficie de la mesa. Me inclino para que nuestros rostros queden a centímetros—, puedes ser un delincuente juvenil, pero ante los ojos de la persona que quiere acabar conmigo soy extremadamente bella.

—No entiendo —agrega el oficial y el sujeto me mira con hastío.

—Este es un farsante que quiere llamar la atención. Conozco al asesino, sé cómo piensa y la manera en la que me habla, él no es —le señalo y sonríe—. No entiendo que pretende.

Las carcajadas comienzan a resonar por la cerrada habitación y me congelo al ver su sonrisa.

—Tiene razón, eres increíble —brama—. Me ofrecieron dinero por dejar que la policía me cogiera, lo único que tenía que hacer era tomar un cuchillo y unas rosas blancas.

—Mentir a la policía es un delito.

—Eres inteligente, Roma —volvió a hablar—. Él no se equivocó cuando dijo que no caerías en esta mentira.

—Le conoces —me le lanzo encima—. ¡¿Dime quién es?! ¡¿Quién carajos es?!

—¡Roma, no! —el policía me toma con fuerzas y me separa—. Tienes que irte, yo me voy a encargar de esto. Seguiremos buscando al asesino, no voy a parar hasta dar con él. Tienes mi palabra.

Salgo con los ojos llorosos, ya la situación me supera y no sé lo que hago cuando agarro mi teléfono y envío el mensaje al único culpable de todo esto.

¿Qué soy para ti?

Mi respiración se agita y todo me comienza a dar vueltas en lo que espero una respuesta que no llega nunca.

***

A la mañana siguiente tengo la vista fija en la pared mientras desayunamos en silencio, Analis le sonríe al teléfono y a mí me dificulta tragar la comida.

Al parecer todo vuelve a estar bien entre ella y Miguel, el asesino no me envía mensajes y gracias a Dios ya Black está de regreso en su casa. Por su parte Jay no deja de buscarme y con Klaus las cosas están un tanto incómoda. Lo único que se mantiene igual es mi trabajo y el apoyo de Nick. 

Lo extrañas.

Me da igual si desaparece o no.

Ambas sabemos que no es así.

—¿Vas a ir a ver a Black?

—Sí, tengo pensado ir ahora —tomo un poco de leche—. ¿Quieres venir conmigo?

La rubia pone los ojos en blancos.

—¿De preservativo? —bromea—. Tienes que ir tú sola y dejar que las cosas ocurran. Roma es hora de que reconozcas lo que sientes.

Tiene razón.

Ya, pero no sé a quién le pertenece mis sentimientos.

—Veré qué hago —me encojo de hombros.

Termino el desayuno y salgo en dirección a Black, hace un calor infernal y las calles están ajetreadas, camino en silencio en lo que observo a las personas. Meto las manos en los bolsillos de mi jean corto.

Muerdo mi labio frente a la puerta. Recojo mi cabello en una coleta y toco el timbre en cuanto llego. Tarda unos segundos en abrir.

—Hola —sus labios se posan sobre la comisura de mi labio y se hace a un lado para que pueda pasar. 

Tiene el dorso desnudo y nada más lleva un pantalón deportivo, todas las luces apagadas y la melodía de "Take Me To Church" se escucha por todo el salón.

—Me daba una ducha —sigo sin habla—. El olor a hospital es asqueroso, pero ya estoy bien. Por si quieres pasarme la lengua —me guiña un ojo y mis mejillas se encienden de forma automática.

Solo él provoca esto.

Lo odio, odio como me hace sentir.

—¿Cómo estás? —murmuro.

—No tienes de que preocuparte, ya estoy bien, mamá. ¿Quieres tomar algo?

—Agua, está bien.

Black se aleja a la cocina en lo que yo saco mi teléfono y noto que tengo dos mensajes de hace unas horas sin leer.

Ramé —pronuncio en voz alta el contenido del mensaje, sin entender el significado.

—Palabra balinés cuyo significado es algo caótico y hermoso a la vez —Black me entrega el vaso con agua y se deja caer a mi lado—. ¿Qué lees?

—Es un anuncio y no conocía el significado —miento y me doy un trago.

Black no dice nada y yo reviso el segundo mensaje, que también le corresponde a él. 

Lo que siento por ti es demasiado caótico.

Apago el teléfono y lo guardo en mi bolso, no quiero saber nada de él, no ahora que estoy con Black y lo que necesito es alejarme de todo lo que está mal.

—¿Qué pasa si desaparezco un día? —rompo el silencio que surge entre nosotros.

—Desaparezco contigo —su vista cae sobre mí y gira mi rostro para que lo observe—. ¿Qué carajos tengo que hacer para que te des cuenta de que eres mi todo?

Me miró a la boca, en el momento que pasé mi lengua por mi labio inferior y justo ahí se fue todo a la mierda.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora