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"Seré el ángel de tu infierno o el demonio de tu cielo"

Bailando.

Esa era la única solución a todos mis problemas.

—¿No crees que has tomado demasiado? —Nick me mira recostado a la pared.

Cuando llegué al club la tensión entre nosotros era notoria, luego de varios tragos ya había dejado todo a un lado y me daba igual. Soy consiente de mis atributos y de lo que puede llegar a provocar una mujer como yo mientras baila.

—Estoy perfectamente —me encontraba bien, los tragos eran lo suficiente para mantenerme feliz y sin pensar en lo importante.

Técnicamente, había perdido a mi novio y a mis amigos. Junto al nuevo descubrimiento sobre mi padre.

Estoy de puta madre.

Me levanté de golpe y dejé que mi albornoz cayera al suelo, la lencería quedó descubierta y Nick apartó la vista un poco incómodo.

Ya nada sería como antes.

Sin los grados de alcohol en mi sistema, no lo hubiera hecho.

—Voy a esperar fuera.

—No —no dejé que llegara a la puerta—. Voy a necesitar ayuda con la cremallera. Quédate. 

Se mantuvo en silencio y clavó la vista en el techo. 

Tomé los trajes en mis manos para escoger uno.

—¿Ángel o demonio? —alcé ambos disfraces en dirección a Nick y arqueé una ceja esperando su respuesta.

Noches de disfraces, la temática era simple el infierno o el cielo. Hombres vestidos de blanco y de negro completamente con su respectivo antifaz, las mujeres del igual manera iban de ángel o de demonio.

Nick iba vestido de blanco, el antifaz lo tenía en el bolsillo de su pantalón, la tinta de sus tatuajes se le notaba bajo la tela y tenía un aro sobre su cabeza.

—Demonio —susurró—. Te irá mejor en el infierno.

—Ayúdame con esto —pedí, tomé el conjunto seleccionado y Nick se acercó con mucho cuidado.

Sus dedos rozaron la piel descubierta de mi espalda, anudó unos lazos y me ayudó con los cierres de la minifalda. Las botas rojas pasaban por encima de mis rodillas, el ombligo y el tatuaje me quedaban a la vista porque la tela solo cubría lo necesario para que no se notaran mis pezones.

—Te voy a esperar fuera —su vista se posó sobre mis pechos a través del espejo—. Ni un trago más y tampoco fumes, Roma.

—Está bien, papi.

Esto... Cómo que no. 

No debí llamarle así.

Retoque el maquillaje, me miré una última vez en el espejo y salí colocando el antifaz para comenzar con el espectáculo a diferencia de otras veces. Hoy bailaría en unas cuerdas de tela que caen del techo. En la barra estarán mis compañeras dando lo mejor de sí.

La luz tenue se acentúa sobre mi figura y cada paso que doy por el escenario, muevo mis caderas al ritmo de la música en lo que enredo mi cuerpo en las cuerdas y de un impulso estoy haciendo figuras en el aire.

Soy un demonio en el cielo. 

Mis movimientos son suaves, delicados, disfruto de lo que hago y tener la vista de todos posada sobre mi cuerpo. 

El espectáculo acaba y bajo de las cuerdas para perderme entre la multitud, hablé con algunos, bebí un trago con otros y recibír sus halagos. 

Yo no era de las que ofrecía sexo así que me quedé en cuanto otras se marcharon con los clientes. La música retumbaba y me comencé a bailar nuevamente.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora