17

1.8K 187 17
                                    

"Te imaginé tocándome y ahora me siento una mierda porque lo disfruté como nada en esta vida"

—¿Duro o suave?

—Puedes empezar suave y terminar duro —muerdo mi labio—. O duro y terminar suave, no me quejo. Acaba conmigo —dije en voz baja y mordí mi labio.

—¿Te molesta si pido que te arrodilles nuevamente? —pasó las manos por su oscuro cabello.

—Para no ser Dios, te gusta que te recen bastante —bromeo y paso salvia cuando me encuentro con el brillo de sus ojos.

—No quiero que me reces precisamente.

—¿Qué quieres exactamente? —ronronee mientras me arrodillaba en el suelo y recogía mi cabello en una coleta.

—¿De veras tengo que decirlo? —se humedeció los labios con ayuda de su lengua.

—Tienes que decirlo —aseguré sonriente.

—Es que me gusta eso... y más me gusta cuando eres tú quien me hace eso —murmuró como niño pequeño y me reí de su nerviosismo.

—En otras palabras, quieres mi boca en tu polla y que...

—¡Roma! —me gritan—. ¿Qué carajos haces? Por favor, menuda película porno tienes montada aquí. Solo te falta el calvo.

Abro los ojos de golpe y me encuentro a Analis horrorizada. Casi me atraganto, cuando me doy cuenta de que tengo un plátano llegando a mi garganta y mi cabeza perdida en el limbo.

—Me preocupa tu salud mental —se burla y mis mejillas se encienden—. ¿Qué haces con la pobre banana?

Dejo el plátano en la encimera y la miro con vergüenza.

—¿En qué carajos estaba pensando? —bramo—. Solamente estaba comiendo y recordé que...

—Eres una pequeña pervertida —se lanza sobre mí y me hace cosquillas—. Yo quiero un flashback así de erótico.

—Empieza por B, termina con Black y yo follando.

—¡No me lo puedo creer! —corre hasta donde estoy y me abraza con fuerzas—. Ya era hora. ¿Dime cómo te fue? Hablemos de centímetros, digo. Sentimientos. ¡Oh por Dios! Es como si me la hubiesen metido a mí, pero no él, por supuesto.

—Respira por favor.

Pongo los ojos en blanco, aunque su entusiasmo me contagia y termino sonriendo.

—Te daré todos los detalles —le guiño un ojo y me tira un beso en respuesta—, pero respira, si.

—¿Te parece si vamos a la cafetería? —me propone.

—Si, definitivamente necesito un café. 

Subo en busca de mi teléfono y me encuentro con algunos mensajes sin leer, junto a una llamada perdida. Me siento en la cama y abro el primer mensaje.

Roma, siento que últimamente nuestras conversaciones van decayendo.

Tengo que confesar que te extrañaba.

Aprieto mis labios y sigo con el otro mensaje.

¿Qué debo hacer para tener tu atención? ¿Te apetece flores blancas con un poco de sangre? Estoy dispuesto a darte todo.

Le respondo directamente.

Irte a la mierda, eso deberías hacer.

Reviso la llamada y es de Jay, sinceramente no he hablado con él. Estoy evitándole porque la verdad ya no quiero nada con él y le debo una explicación.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora