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"La clave para no sentir miedo es no tener nada que perder"

—¿Te follas a Black, pero te gusta Jay? —Nick tenía el entrecejo fruncido en lo que se daba un trago de whisky caro con dos cubitos de hielo—. ¿O era al revés?

—No has entendido nada —le doy una calada al cigarrillo en lo que me acomodo en la ventana—. Me gusta Black.

—Bien —sacó la botella del minibar y se llenó el vaso nuevamente—. ¿Entonces por qué no estás con él y ya? Por cierto deberías fumar menos.

—Si estoy con Black su sangre será la próxima que adornará las rosas blancas del psicópata —lo ignoro y me doy otra calada.

Pobres pulmones, a los treinta no llego.

—Pero ahora estás con Jay y no te preocupa... —se calla de golpe y yo me siento egoísta por lo que estoy a punto de decir. 

—No tengo miedo de perder a Jay —confieso en voz alta—. Porque...

Soy una mala persona, definitivamente y no me atrevo a reconocer la verdad.

—Porque te has enamorado de Black —sentenció Nick y me lancé de golpe hasta donde estaba y le quité el vaso de la mano.

El líquido bajó quemando toda mi garganta, solté un gruñido y Nick me miró divertido. 

—Estás loca —se burló negando varias veces con la cabeza—. ¿Entonces que vas a hacer?

—Si lo supiera no te estuviera preguntando —me quejo y suelto un bufido.

—¿En qué momento me convertí en tu cupido?

—Que difícil es todo.

Caminó hasta el salón y me dejo caer en el sofá, cruzo mis piernas y clavo mi vista en el pequeño portarretrato que está sobre la mesa del centro. En la foto estaba Nick con una amplia sonrisa, abrazaba a una chica que tenía una niña pequeña entre sus brazos.

Los tres eran preciosos.

—Vuelven la semana que viene —me dice

La mujer de Nick se había ido con su hija porque su madre se encontraba enferma. 

—¿Tienes muchas ganas de verlas? —pregunto y sonrío cuando el brillo de su mirada cambia.

—Betsy y Brenda son lo único que tengo en esta vida —confiesa y se sienta a mi lado—. Bueno también está esa chica que no sabe lo que quiere, ella es importante para mí —bromea.

Sé que se refiere a mí, así que no me sorprende que me abrace. A otros contactos no, pero a su tacto ya me había acostumbrado.

Mi teléfono comienza a sonar y pongo los ojos en blancos al ver de quién se trataba. 

—¿No vas a contestar?

—No —cuelgo la llamada—. Un tal Jeremy que dice que es familiar de mi padre o algo así, no me fío.

—Deberías darle una oportunidad —propone—. De seguro es lo más cerca a un familiar que tendrás.

—Gracias por recordarme que estoy sola en este mundo —ruedo los ojos. 

—Me tienes a mí.

—Que no sirves ni para dar consejos.

—¿Quieres un consejo? —frotó sus manos—, pues bien, ve a por Black y que te empotre contra la pared.

—Mejor me voy —me pongo de pie y recojo mis cosas.

—¿Vas a seguir mi consejo? —abrió los ojos como platos.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora