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"Mi único error eres tú y ahora viviré con ello porque no te dejaré ir"

Black.

El asesino vino a por él, no por Klaus, no por Jay. Se llevó al único que hace que mi corazón lata con fuerzas. La debilidad es el término que utilizamos cuando le das la oportunidad a alguien de chasquear los dedos y destruirte.

Eso había hecho él, me fijé en Black y me lo arrebató.

El lugar comenzó a darme vueltas, las luces, los chicos, la sangre, la ambulancia, la patrulla, rosas blancas con sangre, todo me golpeó con fuerzas y las piernas me fallaron. Cerré los ojos preparada para recibir otro impacto, pero terminé entre los brazos de alguien.

Miguel me sostenía con fuerzas en lo que Analis insistía con darme un poco de agua. Tragué con dificultad.

—¿Puedes mantenerte en pie? —preguntó Miguel.

—Creo que sí —me tambalee en cuanto me soltó y tuvo que volver a sostenerme—. Estoy bien. 

Me pasé la mano por el rostro y terminé aceptando el vaso de agua.

—Iremos al hospital —anuncio Analis.

—¡¿Está vivo?! —solté una bocanada de aire.

—Ahora está en el salón quirúrgico, pero al parecer el arma del agresor no dañó ningún órgano vital.

—Gracias a Dios.

Salimos en el auto de Miguel, yo iba detrás con las manos sobre mi regazo. No conocía ningún familiar de Black al que se le pudiera llamar para informarle. Visto como estaba la situación lo más cercano que tenía era a nosotros.

Yo odiaba los hospitales desde pequeña, ya que había estado ingresada debido a una neumonía que casi termina con mi vida. Es ilógico que ahora lo único que hago sea fumar. Dejo en claro que no le tengo miedo a la muerte. 

Mis pulmones son una mierda. 

Los malos recuerdos llegaron de golpe en cuanto puse un pie en la sala y esperaba por Analis que pedía información en recepción.

Miguel puso una mano en mi hombro.

—Todo saldrá bien, Roma —su manera al hablarme no me tranquilizó, logró erizar mi piel, me aparté intentando no lucir grosera y le regalé una sonrisa de boca cerrada.

Guiados por la rubia tomamos el ascensor en lo que presionaba el botón de la sala donde se encontraba Black. Tomamos asiento a la espera en lo que las horas no dejaban de pasar.

Un oficial se acercó hasta nosotros. Miró hacía todas partes y se quedó de pie.

—¿Son los familiares de la víctima? —preguntó en lo que enganchaba sus dedos al cinturón del uniforme.

—Somos sus amigos —informé, algo nerviosa. Esperaba un doctor, no un policía.

—Necesito hacerles una preguntas —agrega con aires de misterio.

—¿Ocurre algo? —Miguel se levantó y metió las manos en los bolsillos de su jeans.

Me encontraba en un punto dónde sospechaba de todos.

—El atacante sabía lo que hacía, fue una herida limpia en el abdomen. Definitivamente, su intención no era terminar con su vida —continúa con voz ronca—. Les voy a pedir que me digan si conocen de alguien que pueda tener algo en contra de Black.

—En realidad... —me paso las manos por el rostro.

Termino contándole todo al policía, tarda unos segundos en reconocer quién era y apoya mi teoría. Como el resto promete que se mantendrán al tanto y que darán con el asesino de las rosas blancas.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora