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“Aprendí a limpiar mis propias lágrimas, porque cuando se acaba el día solo me tengo a mí”

Jay se relamía los labios en lo que me miraba con coquetería, pase el peso de mi cuerpo de un pie a otro, quitando mi calzado. Valu fijó la vista en mis movimientos por la habitación oscura, pero la luz de la luna reflejaba los detalles de nuestros cuerpos.

—Llevas mucha ropa para mi gusto —susurró Valu.

—Ven y quitámela.

—¿Por qué mejor no nos bailas? —propuso Jay.

—Solo si ella baila conmigo —señalo a la chica y ladea la cabeza mientras me sonríe.

—Sería un placer, nena.

Ese nena me hizo pensar en Black, pero aparté la imagen del chico tatuado de mi cabeza.

Quizás en otra vida donde no le perteneciera en cuerpo y alma a un asesino demente nuestra historia de amor hubiese funcionado. Le tenía fe a lo que llegue a sentir por él.

Quizás en otra vida

La música hizo eco entre aquellas cuatro paredes, volví a la realidad, dejé de pensar en la mierda de vida que llevo y a disfrutar de los momentos, supongo que después de todo esto es lo único que nos queda.

Moví mi cuerpo al ritmo de la melodía que colocó Jay, las manos de la chica se posaron en mi cintura, sus ojos conectaron con los míos y pase saliva.

No me había fijado hasta ahora en lo atractiva que era.

—¿La desvisto por ti? —le pregunta directamente a Jay que había comenzado a masturbarse con la escena de nuestro baile.

—Como gustes, pues me voy a limitar a observar lo que luego voy a comer.

—Con la comida no se juega, bebé —digo bajito.

—Pero primero se calienta y luego se come —me guiña un ojo y humedece sus labios.

Sus dedos acarician la piel desnuda de mis brazos cuando la tela toca el suelo y me quedo en ropa interior. Pegó la espalda a su pecho y observo a Jay mientras mi trasero se refriega a ella. Llevo sus manos a mis muslos y descanso mi cabeza en su hombro ofreciendo mi cuello a la perfección. 

Con la lengua recorre mi piel y tira del lóbulo de mi oreja con los dientes. Jay se mantiene observando en cuanto me giro y nuestros labios colisionan en un beso cargado de morbo.

Nuestras lenguas se encuentran en el proceso, siento la calidez del cuerpo de Jay y su pecho duro detrás de mí. Mis manos recorren el contorno de sus senos y juego con sus pezones erectos. Los labios del chico dejan besos por mi espalda.

—A la cama ambas —nos palmea el trasero con fuerza.

Soltamos una carcajada.

—Te tumbas y te dejas hacer —Valu —se aparta y apoya su rodilla en el colchón. 

—Haré lo que ustedes me ordenen—finge inocencia y levanta ambas manos.

Sentada a horcajadas sobre el regazo de Jay manoseo los pechos de Valu en lo que nos seguimos besando, gime y sé que se trata de Jay que no ha dejado de tocarla, aunque no puedo verle el rostro.

Muevo mis caderas sobre su polla, Valu me aprieta con fuerzas, meto mi lengua dentro de su boca, Jay gruñe. En la habitación ha aumentado la temperatura, el eco que provoca el impacto de nuestros cuerpos acompañado por los gemidos es lo único que se escucha en lo que nos entregamos el uno al otro sin.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora