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Capítulo dedicado a Valu_cg
Gracias bebé por amar mi imaginación y estar siempre 🖤

"¿Cómo separo mis sueños de la realidad? Entiende que ya no puedo cuando se trata de ti"

Silencio.

Silencio absoluto.

No reconozco el lugar donde me encuentro, pero no tengo miedo. Nunca lo he tenido. Mis ojos se fueron acostumbrando a la falta de luz en la habitación.

—¿Dónde están las rosas blancas? —se quejan a mi espalda y me volteo con rapidez.

Mis ojos se abren como platos, el chico tiene los hombros caídos, una estatura intimidante, y la capucha oscura le cubre por completo, como un manto. El manto de la muerte y el peligro. A sus pies descansa un cuerpo sin vida.

Me llevé las manos a la boca horrorizada, en lo que empezaba a llorar.

—Lo has matado —me acerco y mi cuerpo se paraliza con la imagen de un Jaysin vida, con sangre brotando por todas partes.

—Mejor muerto que follándote —susurra con hastío.

—¿Por qué lo hiciste?

—No lo entiendes, Roma —no puedo ver su rostro por más que lo intente, pero su voz es burlona—. Yo no hice nada esta vez. Fuiste tú.

Bajo la vista a mis manos en una llevo el cuchillo manchado de sangre y en la otralas rosas.

—Mientes —me lanzo con rabia, con la intención de hacerle daño, solo me toma de las manos—. Eres un jodido enfermo, déjame en paz. Ya no puedo más.

Mi voz se rompe. 

—Roma, acepta tu destino. Con la única persona que serás feliz es conmigo.

Primero muerta.

—No —los labios me tiemblan en lo que intento quitar su capucha—. ¿Quién eres?

Abro los ojos de golpes, estoy sudada, tengo las sábanas agarradas en puño, mientras que Analis duerme tranquila al otro lado de la habitación.

—Fue un sueño, Roma —susurro—. Soloun sueño.

Qué Jay este desaparecido, me tiene sin dormir y no dejo de pensar en él.

Me levanto sin hacer ruido y agarro el teléfono saliendo de la habitación. Enciendo un cigarrillo y voy hasta el salón.

Tengo un mensaje nuevo, de hace unos minutos y algo me dice que es él.

¿Si estuviera frente a ti que me harías? Tengo esa curiosidad, Roma. ¿Qué tanto me deseas?

Ya no puedo seguir con su juego, en vez de contestar termino llamando a otra persona.

—Hola —su voz me confirma que lo acabo de despertar—. ¿Está todo bien?

No.

—¿Puedes venir por mí? —pedí con la voz rota—. Te necesito. 

—En un segundo estoy ahí, nena.

Los próximos minutos me la paso con la vista fija en el reloj, las manecillas se movían en cámara lenta. Subí las piernas y me abracé con fuerzas. El timbre resonó y de un brinco ya estaba en la puerta.

Acaba Conmigo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora