CAPÍTULO 61

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—Mi cielo ¿Estás bien? ¿Te lastimé? ¿Hice algo mal? — preguntó preocupado sentándose rápidamente en la cama, negué con la cabeza. — ¿Entonces qué pasa mi vida?

—Nada…es solo que — sorbí mi nariz — que te amo y que estoy muy feliz. — sonrió y me abrazó, besó mis labios suavemente.

—Yo también te amo preciosa y tenerte a ti y a nuestras princesas a mi lado el día de hoy, ha sido el regalo más hermoso de toda mi vida. — Lo besé suavemente y nos quedamos abrazados hasta que paré de llorar.

—Lo siento mi amor, las hormonas me tienen hecha un desastre. — Matt acarició mi barriga.

—No importa cielo, eres el desastre más bonito que he tenido. — me reí.

—¿Sí?

—Sí, porque eres mi desastre. — nos besamos y me pegué más a él.

—Alto. — me senté en la cama.

—¿Qué pasa?

—Necesito darte el regalo de nuestras niñas.

—Mi amor…

—Antes de que digas que no es necesario, sí lo era.

Me puse de pie y me acerqué a mis cosas, tomé la cajita de regalo u me acerqué a la cama de nuevo, me senté y Matt se sentó frente a mí y le extendí la caja, la tomó y la abrió, adentro había una lapicera estilográfica color negra con su nombre grabado en dorado.

—Mi amor es hermosa. — dijo.

—Desde que la vi, supe que era para ti, quiero que esta sea la lapicera con la que firmes tu primer contrato mi vida y con la que cierres tu primer negocio.

—Gracias cariño, esta lapicera no solo me ayudará a cerrar el primer contrato, pero muchos más y con esta misma lapicera firmaré nuestra acta de matrimonio. — le sonreí y nos besamos suavemente.

—Me alegro que te haya gustado.

—Me encantó.

—¿Más que yo?

—Claro que no, no hay nada que me encante más que tú. — me reí.

—No te creo.

—¿No?

—No ¿verdad mis amores? — acaricié mi barriga.

—Claro que sí, tú me encantas.

—No caeré así de fácil Harrison.

—¿Entonces cómo te hago caer? ¿Con una rebanada de pizza de pollo? ¿O un helado de chocolate?

—¿Intentas sobornarme con comida?

—¿Está funcionando?

—Si le agregas una orden de papas fritas con ketchup puede que caiga, y hasta abra las piernas para que me rompas de nuevo. — le sonreí.

—Señorita Hoult, no debería hablar esas cosas sexuales cuando hablamos de comida.

—¿Por qué? ¿Acaso le quita el hambre?

—Oh cariño, ¿quitarme el hambre? Eso es lo último que haría, más bien me dan ganas de comerme a mi mujer de pies a cabeza. — se acercó y nos besamos nuevamente.

—Bueno pues eso será después, porque su mujer y sus hijas mueren de hambre.

—Pediré room service.

—Me parece perfecto, mientras ordenas, iré al baño. — me puse de pie y lo besé, fui al bao, hice mis necesidades y cuando terminé, volví a la habitación, Matt estaba acostado en la cama, mirando el techo, me subí a su lado y acosté mi cabeza en su pecho, me sonrió.

UN PEQUEÑO INCIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora