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Y ahí estaba, frente a la gran Mansión Malfoy.

Era una mansión tal elegante, cómo grande, magnífica, blanca, con gárgolas protegiendo su techo, luces que te marcaban el camino a la puerta principal, las rejas negras se veían tan imponentes que temía entrar.

Suspiré, y acomodé la pollera de mi vestido verde, este era de un verde esmeralda, con un tapado negro encima, puesto que era pleno enero y hacía demasiado frío.

Mis cabellos caían como cascadas por mis hombros, y el viento hacía enfriar mis pálidas mejillas.

Cuándo el reloj, en mi mano, marcó las nueve, me aproximé a las rejas, estas, por arte magia, se abrieron.

Caminé, relajada hasta las grandes puertas de madera brillante, una serpiente se veía en la perilla.

Di un toque a la puerta, suave, pero no repetitivo.

Esperé unos minutos, hasta que la puerta fue abierta, esperé toparme con algún elfo, pero no, el mismo Lucius me abrió la puerta.

—Buenos días, Señor Malfoy —hablé, conteniendo el aliento.

Abrió la puerta del todo y su mirada me recorrió de pies a cabeza, interesado, alzó ambas cejas.

—¿Sasskia Greengass?, ¿qué la trae por aquí?

Confundida, lo miré— ¿no le dijo la señorita Zabini que vendría a una entrevista por el puesto de trabajo?

Sus cejas bajaron y él asintió, mi mirada viajó por su cuerpo, una camisa blanca, y solo unos pantalones lo cubría, su mano derecha, con la que ahora acomodó sus cabellos, brillaba con tres anillos plateados.

—Pasa.

—Gracias —dije, dando pasos hacia dentro, al pasar por su lado, mi hombro roso su pecho, fue un movimiento involuntario, pero hasta mi piel sintió su calidez.

—Nerezza dijo que una de sus mejores niñeras vendría a ver el puesto, pero no dijo que era usted. . . —lo volteé a ver, y él me miraba sin ninguna emoción, cómo de costumbre.

—Bueno, aquí estoy, me gustaría mucho postularme para ser la niñera de su hijo.

Roso sus nudillos con sus labios, y desvió la mirada— ven, hablemos en mi oficina, puedes quitarte el abrigo si lo deseas, aquí no hace frío.

Lo seguí por la casa, mientras me despojaba de mi abrigo, la casa se veía algo acogedora, aunque muy grande, con cuadros, y objetos de valor, mi mirada bailó entre las fotos que tenía en una repisa, allí estaba Narcissa, en todo su esplendor.

Desvié la mirada y seguí mi camino.

—Siéntate —pidió, cuándo entramos a su oficina, era perfecta, todo estaba en su lugar, ni un solo lápiz, lapicera o libro fuera de lugar.

Tomé asiento, frente a él, dejando el abrigo y mi bolso en mi regazo.

Apoyó sus codos en el escritorio y me observó fijamente, sin ninguna emoción, pero sus ojos titilaban con algo que no supe comprender.

Tomé mi bolso y saqué mis documentos.

—Mi carta de presentación y diferentes recomendaciones —le hablé, dejando el documento frente a él. Interesado lo tomó y comenzó a ojear las hojas— allí encontrará que trabajo desde hace tres años en una agencia. Además, trabajé dos años más por mi propia cuenta, cómo este año. Cuidé a más de veinte niños, incluidos bebes pequeños. Llevó más de mil horas con niños y tengo conocimientos de enfermería, curación, pociones y encantamientos.

Lucius, dejó de leer las hojas y me miraba mientras yo hablaba.

—¿Por qué quieres el trabajo? —preguntó, cuando mis palabras terminaron.

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora