%9

9K 978 47
                                    

>>>>>>>>>>
>

Habían pasado dos días, dos días en los que Lucius volvía a evitarme.

—¿Qué sucede, Kia?— me preguntó Nerezza a mi lado. Ella estaba eligiendo flores para su boda de una revista.

—¿A mí?, nada —contesté. Viendo a los niños jugar en el parque. Blaise y Draco subían y bajaban de los juegos.

Oí, el suspiro de Nerezza, dejó la revista de lado para tomar mi rostro con  sus manos frías y finas. Me observó fijamente durante unos segundos.

—¿Qué sucede?

—Nada, Nere —respondo, fingiendo una sonrisa.

—¿El trabajo está bien?

Asentí— Draco es un niño muy bueno, adoro cuidarlo.

Nerezza, para mi gusto, dejó de insistir, cómo hacía la mayoría de la gente. Si insistiera un poco más, podría contarlo, pero estoy pidiendo mucho.

—Estoy aquí para ti, lo sabes, ¿no?

Asentí y tomé la revista— ¿elegiste algún ramo?

—Jazmines.

—Lindo.

—Mañana probaremos pasteles, él y yo, ¿vendrás?

Él, su prometido, un hombre rico que había conocido por Lucius, según ella, estaba completamente enamorada de él.

—No, es algo de ustedes dos, no me meteré en ello.

—Bien, pero, ¿puedes cuidar a mi Blaise?

Asentí y ella me sonrió— gracias, Kia, ¿quieres cenar hoy en casa?

Sin ánimos, fingí una sonrisa y negué lentamente— mi niño y yo cocinaremos juntos.

Miró a ambos niños y luego nuevamente fijó sus ojos en los míos— no sé qué hizo Draco, Kia, pero, le quieres tanto, se nota en tus ojos.

—Quiero a todos los niños que cuidé.

—A Draco lo quieres de otra forma.

Estaba cansada de que ponga pensamientos en mi mente.

—Sería impropio.

—Sí, tú y tu perfecto trabajo.

Suspiré e intenté sonreírle— creí que entendías mi trabajo y el por qué de mis reglas.

—Lo entiendo, Kia —juntó mis manos con las suyas y buscó mi mirada— pero no puedes vivir bajo reglas toda tu vida.

—Puedo y lo hago muy bien.

—Sí, sin amor o alegría.

—Soy alegre, y me gusta amar —repuse, con el ceño fruncido.

—Jamás te he oído hablar de un chico o chica desde que te conozco.

—Eso no quiere decir qué no sea alegre —ella abrió su boca otra vez, pero la detuve— no quiero pelearme contigo, ¿sí? Así que por favor, hablemos de ti o de tu boda.

La tarde pasó con Nerezza hablando sobre su boda. No escuché ni la mitad de lo que dijo, porque mi mente estaba ocupada en la tristeza repentina que me golpeó.

 No escuché ni la mitad de lo que dijo, porque mi mente estaba ocupada en la tristeza repentina que me golpeó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora