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Esta era la parte de las citas en dónde se define si la cita fue buena o no.

Es decir, y por palabras de mis "amigas": si la cita fue buena, al final de esta, hay un beso.

Yo nunca creí en ese hecho.

Un beso, es lo más íntimo que puede haber entre dos personas que están conociéndose. Es el momento en el que sus labios se conocen por primera vez, se sienten y se gustan. No es algo que se da solo porque sí.

O al menos yo lo veo así.

Y aunque a Regulus ya lo conocía, hoy lo estoy conociendo de otra manera.

Me había acompañado hasta las grandes puertas de la mansión Malfoy.

Era este momento, el que definía lo que pasaría en las próximas citas.

—Ha sido un hermoso día, Reg —dije, acercándome. Sus ojos verdes brillaron en la oscuridad.

—Y habrá mejores, princesse —sujetó mi mano y dejando de lado el pudor, su rostro se acercó al mío, cortando la distancia entre ambos.

Besó mi mejilla y a mi oído susurró:— Fais de beaux rêves, mon amour.
"Dulces sueños, mi amor"

Sonreí y lo miré a los ojos. Él se sorprendió cuándo asentí y respondí— Rêve avec moi.
"Sueña conmigo"

—Debí suponerlo —negó alejándose— entiendes mi francés.

—Entiendo más de lo que crees.

Relamió sus labios y me señaló— me las pagarás.

No esperaba que hiciera lo que hizo a continuación.

Se acercó y con rapidez sujetó mi cintura, sostuvo mi rostro muy cerca del suyo.

Se ganó un jadeo de mi parte.

Por un segundo fijó sus ojos en los míos, para luego besar mi mejilla por un largo momento.

—Adiós, Princesse.

Lo vi alejarse y me dispuse a entrar a la mansión.

Me recibió el silencio y el cálido ambiente que producía la chimenea encendida en medio de la sala principal.
No borré mi sonrisa en ningún momento, en mi mente se recapitulaban los buenos momentos de este día.

Pero Lucius seguía en mi mente.

Fui a mi cuarto procurando no hacer ruido. Al entrar, di un pequeño gritito al ver a mi niño.

—Hola mi amor —dejé el bolso en la cama y Meraki se acercó maullando y dando saltitos hacia mí.

—Miau.

Extendí mis brazos para que se subiera.

Meraki era quien siempre estaría esperándome, siempre.

Me esperaba desde que era niña y aún lo seguía haciendo.

—¿Me has extrañado?

—Miau.

Restregó su cabeza a la mía— Y yo a ti.

Se quedó en mi cuello cuándo me dispuse a salir del cuarto y se escondió en mis cabellos mientras ronroneaba.

Necesitaba tomar un café antes de dormir.

Encendí la luz de la cocina y en silencio, hice el café.

Lo serví en una taza grande, me gustaba el café algo dulce, por lo que comencé a ponerle azúcar.

—Eso es mucha azúcar, Sasskia.

Casi boto el contenedor de azúcar al oírlo.

—¡Por Merlín! —exclamé, dejando el contenedor de lado, con una mano en el pecho, volteé a ver a la puerta de la cocina.

Lucius estaba allí, de pie, en el marco de la puerta, con su camisa blanca y unos pantalones negros.

—Buenas noches —dijo, caminando con lentitud hacia mi lugar.

Sonreí y apreté la taza caliente entre mis manos.

—Hola, ¿cómo está?

Sus ojos penetrantes bajaron por mi cuerpo sin disimulo, luego subieron a mis manos y terminaron en el café.

—¿Tienes para mí?

—¿Café?

Asintió.

Con mi mano temblorosa, tomé una taza y serví el café.
Mi cuerpo acompañó el temblar de mis manos cuándo su brazo se extendió hacia mi, sus dedos se detuvieron a centímetros de mi rostro. Subí mi mirada al suyo, percatándome de que sus ojos estaban puestos en mí cómo dagas. Relamió sus labios e intentó que sus dedos finalmente tocaran mi piel.

Ninguno de los dos esperaba que Meraki extendiera su patita de entre mis cabellos para golpear la mano de Lucius.

Ladeó su cabeza y entrecerró sus ojos— ¿tienes a Meraki ahí?

—Miau —ahora era su cabeza la que salía, el animal observó a Lucius y volvió a perderse en mis cabellos.

El rubio extendió su mano otra vez a mi rostro, pero, nuevamente, Meraki no dejó que me tocase.

Reí y llevé la taza a mis labios.

Lucius formó una suave sonrisa en sus labios y terminó por alejar su mano de mi rostro.

—Es muy tarde para llegar, ¿no crees? —preguntó, tomando la taza.

Acaricié la cabeza de Meraki y miré a Lucius con una sonrisa.
— puede —respondí— tuve un día ocupado.

—¿Está todo bien? —cuestionó con cierta preocupación.

—Lo está. No he ido a ver a mi hermano, si eso quiere saber.

Alzó ambas cejas— no, perdóname, no deberías darme explicaciones —advirtió.

—¿Cómo estuvo hoy Draco?

Desvió la mirada y sonrió— inquieto, ha preguntado por ti todo el día.

Hice un gesto de ternura.

Lucius dejó la taza y volvió a mirarme a los ojos— la mansión se siente diferente, cuándo tú no estas.

Formé una sonrisa con mis labios y dejé la taza en el fregadero. Sentí la piel de mis mejillas calentarse y el nerviosismo recorriendo mi cuerpo.

Bajé mi mirada por su pecho, su camisa estaba un poco abierta, por lo que me permitió ver los comienzos de un tatuaje.

Relamí mis labios, deseando saber cuántas cosas escondía bajo la tela de su ropa.

Sujeté a Meraki en mis manos y miré a Lucius por una última vez.
—Buenas noches, Señor Malfoy.

—Buenas noches, Señor Malfoy

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Nota:

Uno pequeño.

Lamento no subir.

-Az. <3

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora