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P.O.V LUCIUS MALFOY

Las palabras retumbaban en la mente de ambos, muy en el fondo, pero allí estaban.

Aquella vez en la que Sasskia relató los puntos que veía en el libro La Divina Comedia, desde la versión mágica a la versión Muggle.

Pero, verdaderamente, sus mentes se sumían en el momento, un simple café que los llevaría por emociones por las que ninguno quería pasar.

Sasskia se encontraba sentada en una esquina del sofá con los pies desnudos apuntando hacia él, una manta la cubría hasta la cintura, dejando ver su blusa ceñida de tiras, blanca. Lucius, estaba en la otra punta del sofá, con su camisa desarreglada, pantalones arrugados y cabellos igual de desarreglados.

La luz y el calor proveniente de la chimenea a unos metros de ambos hacía que la sala, que antes era lúgubre tuviera color y se volviese acogedora.

—Las veces que iba a tu casa, tú nunca estabas —dijo él, rememorando sus días de adolescente junto a sus compañeros. Uno de ellos, era Adam y su mansión era la que muchas veces se convertía en el punto de encuentro de todos sus amigos.

Sasskia pasó el borde de su taza de café por sus labios, antes de responder con la mirada fija en el fuego de la chimenea.
—No tenía permitido salir del cuarto de tareas.

—¿Tareas?

Ella lo volteó a ver esta vez— Estudiar, aprender, repetir lo aprendido.

—¿En vacaciones?

—Era mi castigo por no ser. . . Digna de ser una Greengrass —al término de la oración sonrió, y a Lucius le pareció la sonrisa triste más linda que alguna vez vio.

Aunque Lucius no la veía cuando estaba en la mansión Greegrass, si la veía en los pasillos de Hogwarts, caminando con su tierna sonrisa y un libro debajo del brazo siempre. Recordaba haberle hablado una o dos veces, pero ella era pequeña.

La había vuelto a ver cuando se volvió una adolescente y Lucius estaba a punto de casarse, no negaba que tenía una impresionante belleza. Pero nunca la había visto de la misma manera en la que ahora la ve.

Quiso decirle que para él, ella era digna de eso y más, pero no lo dijo.

—Yo si lo veía —acotó dando un sorbo— mi único entretenimiento era verlos jugar Quiddich en el jardín, eso o los libros.

Él sonrió— eso es triste.

Se encogió de hombros y movió sus pies debajo de la manta nerviosa— al menos tenía a Meraki.

—¿Meraki está hace mucho tiempo contigo?

—Lo encontré cuando era niña, tenía unos once años.

Interesado, pero más era porque adoraba escucharla, se acercó levemente.
—¿Dónde?

—En el bosque tenebroso.

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora