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El museo estaba silencioso.

Pero se llenaba con el sonido de nuestras voces y risas.

Aún no podía entender cómo él había comprado el museo todo un día solo para nosotros.

Ambos admirábamos una de mis pinturas favoritas.

—¿Conoces la historia de ella? —me preguntó, al notar mi concentración.

—¿Quieres oírla?

—Montrez-moi —respondió, colocándose a mi lado. Sus dedos había rosado los míos por un segundo, pero ninguno se negó al contacto.

Observé la pieza de arte invaluable.

—Es una escena de amor —comencé— o más bien, adulterio.

En la obra veíamos a Venus, diosa del amor, vestida, y a Marte, dios de la guerra, desnudo. Los rodean pequeños sátiros que ríen y juegan traviesamente con las armas del dios. Es sabido en la historia Venus y Marte se liaban habitualmente, pero lo hacían escondiéndose de Vulcano, que aunque era muy feo y cojo, era el legítimo esposo de la diosa.

—Ella es Venus —dije, señalando a la diosa— diosa del amor, y él es Marte, dios de la guerra. Se dice que refleja a ambos luego del acto del amor, por eso él está dormido y ni siquiera lo despierta el sonido del cuerno que el sátiro hace sonar a su lado.

Regulus me escuchaba con atención, observándome.

—Se le ha dado muchos significados a esta exquisita imagen, pero. Se dice que el más acertado es el que habla del poder del amor derrotando el odio.

—Un mensaje neoplatónico, ¿no crees? —preguntó, sonriéndome.

—Lo es —coincidí— es también una alegoría del matrimonio. . . Si lo piensas es algo curioso sabiendo que en realidad representa el adulterio y conociendo la aversión que sentía el pintor por el matrimonio. . . —terminé con una sonrisa, dando a tender lo que quería decir.

—Pobre hombre.

—Fue pintado en 1948, y el pobre hombre era Sandro Botticelli. Se piensa que fue un pedido de una familia rica, los Vespucci.

Me gustaba el silencio que dejaba Regulus para seguirme oyendo y sus ojos, que me miraban cómo un niño observa una película que repetiría mil veces.

Posé mis dedos en el vidrio que protegía la obra.

—Es algo difícil de explicar como un hombre con su odio y dolor hizo tan hermosa obra de arte.

—¿Y con tu dolor, pintas? —preguntó, logrando que lo observe.

—Lo hago, pero no llegaría ni a la mitad de esto, Reg.

Caminé, aun mirando cada pintura que se mostraban en su propio brillo.

—Nunca has llevado tu arte a las galerías, siempre puedes hacerlo.

Suspiré y asentí— expuse mi arte en lugares al aire libre, ¿recuerdas?

Sonrió, recordando aquellos días de nuestra adolescencia.

—Lo recuerdo bien, vendiste dos de tus piezas.

—Amaba esos cuadros —respondí con añoranza.

—¿Por qué no vuelves a intentarlo?

—Enterré la idea de ser una pintora reconocida.

Sujetó mi mano e hizo que lo mirase— ¿y si desenterramos esa idea?

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora