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Había anochecido y con Draco tuvimos que dejar las flores para otro día.

Lucius estaba encerrado en su despacho y luego de la cena, volvió al despacho.

Hice dormir a Draco con su canción y con Meraki, luego me quedé descansando en la segunda sala, dónde solo había unos cuantos sillones y muebles con artefactos algo antiguos.

Estaba nerviosa por la muestra de mañana, habría muchos artistas nuevos o hasta antiguos mostrando sus obras y que las mías se vendieran sería un logro muy grande.

Además, Regulus estaría conmigo.

Tenía la carta de él en mis manos, la que había recibido Lucius y hasta este entonces, no me había percatado de ello. Lucius quizás, habría reconocido el sello de la casa Black.

Leer lo que Regulus me escribía era. . . No sé, producía cierta sensación en mí que no podía ocultar, o intentar no pensar en ello.

Aunque seguía el hecho de sentir lo mismo, o algo más fuerte, por Lucius.

Querida Sasskia:

Las noches se volvieron extremadamente largas y escasas de sueño desde que no te veo antes de dormir.
Por Salazar, ¿lograré sonar más patético?
Creo saber que mi comportamiento es debido a que usted no sale de mi cabeza y no encuentro consuelo para la falta que me hace.
Me tiene usted muy mal, señorita Sasskia.

Atentamente, Regulus Black.

Doblé la carta y observé los detalles, al acercarla, sentí el aroma impregnado de Regulus.

Me fue imposible no suspirar.

Guardé la carta entre las hojas del libro que estaba leyendo anteriormente.

—¿Quiere que Dobby le traiga un té, Señorita Sasskia? —cuestionó la voz aguda de Dobby, lo que hizo que saltase en mi lugar.

El elfo no era el único que a veces estaban en la mansión, comúnmente, hacían el almuerzo y a veces la cena, cuando no la hacía yo.

No los veía mucho, solo limpiaban y jugaban con Draco de vez en cuando.

—Dobby — jadeé, colocando una mano en mi pecho— ¿qué haces aquí? ¿No estás ocupándote de la cena? —sonreí— tranquilo, no quiero darte más cosas que hacer, puedo hacerlo yo sola.

Subió sus orejas y me mostró una sonrisa— qué considerada es la señorita Sasskia. Pero Dobby debe servirle.

—Soy una empleada como tú, Dobby, no tienes que servirme.

—Es un elfo, le sirve a quien vive en esta casa —declaró la voz ronca de Lucius.

Esta vez no fui la única que se asustó.

Dobby saltó en su lugar y bajó la mirada al ver como Lucius se acercaba al sofá dónde yo estaba, desabrochando las mangas de su camisa blanca.

—Ve y trae dos tazas de café, Dobby.

—Sí, amo.

El elfo me dio una mirada antes de chasquear sus dedos y desaparecer frente a nosotros.

Miré hacia arriba para ver a Lucius a los ojos. Él vio mi ceño fruncido y la línea en mis labios.

—¿Qué sucede?

—¿Por qué lo trató así?

—¿Así cómo? —cuestionó, y tomó asiento en la punta del sofá— ¿así como se debe tratar a un elfo?

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora