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Kia.

La semana de prueba estaba terminando, hoy era sábado, mi día libre.

Lucius había estado más distante de lo normal, iba al trabajo por la mañana, antes de que Draco y yo nos despertáramos. Por la tarde volvía. Jugaba con Draco unos minutos y volvía a irse a su oficina. Conmigo solo tenía las palabras necesarias; hola, adiós y a veces me preguntaba cómo es qué estaba.

Aún sentía su mirada los días que Draco y yo jugábamos y arreglábamos el jardín. Él estaba allí, en la ventana, mirándome, a mí y al pequeño.

Siempre admiraba sus ojos, cuándo él jugaba con Draco cerca de mí, su sonrisa brillante, sus facciones perfectas. Todo él era digno de admirar, pero siempre bloqueaba esos pensamientos. Siempre que podía.

Mi sábado libre.

Lo estaba pasando con mis amigas, las cuales dejé, porque comencé a aburrirme, solo me hablaban y hacían preguntas sobre mi trabajo, el cual siempre mantuve en privacidad.

Por eso preferí verme con Nerezza.

—Lucius estaba enfadado —habló, mientras tomaba su licuado— dijo qué tendría que haberle avisado, qué eras tú la que iría a trabajar y bla, bla, bla.

—¿Muy enfadado? —cuestioné alzando amabas cejas.

Hizo un gesto, para que no me preocupase— tranquila. . . Pero —se acercó y puso su mano sobre la mía—  no sé lo que le estás haciendo. En el trabajo está mucho más estricto, y además parece que no descansa bien.

Fruncí el ceño, Lucius era jefe del departamento de aurores, pero nunca supe cómo era en el trabajo.

—Yo no hago nada —repuse— aun que es un buen jefe, me deja hacer mi trabajo, no molesta y es un buen padre —me encogí de hombros.

Nerezza me observó con sus ojos verdes bajo sus largas pestañas, había un brillo de picardía.

—Lucius te atrae.

Lo negué al instante. Pero ella no lo había preguntado, lo estaba afirmando. Me daba miedo, porque Nerezza siempre tenía razón.
—No, es mi jefe.

—Eso no quita que él te atrae.

—Detente, es impropio, es mi jefe, además solo llevo una semana trabajando para él —repuse— no es cómo si tuviera demasiadas interacciones.

Sonrió— ay Kia. . . —suspiró— los ojos no mienten, ¿sabes?

Puse los ojos en blanco y tomé mi bolso— debo ir a ver a Adam, ¿tú qué harás?

—Iré a ver mi vestido de novia.

Lo pensé unos segundos. Con mi hermano seguramente terminaría peleando— Adam puede irse al carajo, iré contigo.

 Con mi hermano seguramente terminaría peleando— Adam puede irse al carajo, iré contigo

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𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora