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Las yemas de mis dedos acariciaban los bordes de las hojas de aquel libro que me había propuesto leer. Una a una leía cada hoja, párrafo, oración, letra. Y pensaba en ella.

Sasskia Grengass.

Que había hecho ella para que, siquiera, mis manos quisieran tocar un libro muggle.

Cerré el libro, leyendo el título otra vez.

La Divina Comedia.

—En la versión mágica, él vuelve al mundo humano con ella a su lado, ¿eso no es lo bueno? —indagué ante sus palabras.

—¿Aferrarse al pasado es bueno? —cuestionó ella, viéndome a los ojos.

—Dante estaba enamorado, nunca lo dijo y Merlín le dio otra oportunidad — razoné.

Sí, pero para los muggles, es dios quien le da la segunda oportunidad, oportunidad para enmendar sus errores y aprender de ellos —explicó y por la forma en la que sus labios rosados se movían y con la fuerza que lo contaba, me hipnotizó— no perdió a su amada, ella siempre lo esperará. Eso no significa que no pueda volver a vivir, enamorarse y amar otra vez.
Seguí oyéndola en silencio.

—En la versión mágica, Dante se lleva a su amada consigo, aferrándose a algo que ya no está. Pero entonces, ¿cuál es el mensaje que nos deja?, ¿aferrarnos al pasado y no permitirnos vivir el presente?

Solté una suave risa, dejando el libro encima de mi escritorio.

Sasskia había empleado sus palabras para describir lo que estaba pasándome.

Pero no era solo el problema ese, era el hecho de que ella es mi empleada y yo estoy. . . Casado.

No es ético, no es fiel y va en contra de todos mis principios.

Miré el reloj que descansaba encima del cuadro colgado en medio de mi oficina.

El tic tac ya me estaba aturdiendo.

Ocho pm y ella no llega.

Las preguntas en mi cabeza daban vueltas como un carrusel, estaba tan estresado. Los papeles del ministerio ni siquiera llamaban mi atención.

Deseaba saber en dónde estaba ella.

Suspiré y me reincorporé en busca de mi selección de licores.

Me serví del primer whisky que hallé.

El fuerte sabor hizo que mi mandíbula se apretara.

Es tarde y ella no llega.

Mi mente se comportaba de una forma extraña, al no estar en el mismo lugar que ella, parecía enloquecerme.

Me vuelvo loco porque aquí es donde no quiero estar.

Intentaba descifrar porque mi mente me traicionaba.

Dejando el vaso en el escritorio, busqué con mi mirada la fotografía que tenía allí.

Pasé mis dedos por la superficie, cómo si estuviera acariciando su piel pálida.

—¿Qué estoy haciendo mal? —pregunté, cómo si Narcissa pudiera responderme.

Era extraño el sentir que tenía con Sasskia, por simple hecho que ella no era el tipo de mujer que llamaba mi atención.

Narcissa era tan diferente a ella.

Intento no compararlas, pero me es imposible.

Solo porque busco comprenderme.

La recuerdo. Narcissa era tan dura. Su personalidad se asemejaba a la mía.

𝐌𝐀𝐊𝐓𝐔𝐁༄___𝐿𝑈𝐶𝐼𝑈𝑆 𝑀𝐴𝐿𝐹𝑂𝑌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora